"Them Crooked Vultures", Them Crooked Vultures (2009)


KEPA ARBIZU
Lumpen




No es fácil encontrarse con un grupo que surja de la unión de tres músicos que en diferentes momentos han pertenecido, o pertenecen, a grupos verdaderamente relevantes en la historia del rock. Them Crooked Vultures cumple ese requisito. Formado a partir de una conversación entre David Grohl, integrante de Nirvana y ahora con los exitosos Foo Fighters, y Josh Homme, uno de los nombres más importantes del rock duro actual e integrante de Queens of the Stone Age, en la que instaba a este último a conocer al que fuera bajista de Led Zeppelín (John Paul Jones) y comenzar un proyecto conjunto.

Lo que en principio sonaba más como a una broma que a algo factible, al final acabó tomando forma. Primero fue la presentación en un concierto en Chicago, más tarde se expandió la idea por Internet y para finalizar la auto producción de lo que es su homónimo disco de debut.

Cuando se está ante un grupo como éste es lógico buscar pistas que delaten cuál de sus integrantes ha impuesto su criterio musical, parcial o totalmente, a la hora de abordar las composiciones. En esta ocasión no resulta complicado discernir este hecho. Josh Homme, aparte del letrista de los temas, es el que deja, con mayor fuerza, su impronta en el sonido global, llegando a asemejarse al que puede tener su propio grupo, cosa que para nada es una mala noticia.

“No ones love me & neither do I”, la canción que abre el disco, es un cruce entre el hard rock psicodélico y el sonido de los setenta. “Mind eraser, no chaser” se encarga de elevar la tensión, principalmente por medio del sonido espectacular que Homme saca a su guitarra, la que también dota al tema de gran dinamismo. “New fang” queda marcada por el ritmo sincopado y excitante que crea Grohl en la batería, al margen de su exhicibión al inicio del tema. “Dead end friends” se nutre de esa forma tan peculiar que tienen las melodías de Homme, enigmáticas y potentes.

Con “Elephants” comienza a notarse la influencia del blues- rock y por consiguiente de Led Zeppelín. En este tema ya se vislumbra, todavía no de manera clara, las reminiscencias de esos sonidos. En “Scumbag blues” se hace más evidente y se asemeja a los ritmos y sonoridades que practicaban Cream e Iron Butterfly entre otros. “Warsaw or the firs breath you take after you give up”, a pesar de su larga duración y los excesivos cambios rítmicos, también podría encajar dentro de esas características.

“Reptiles” e “Interlude with ludes” son dos temas que en cierto modo bajan un poco la fuerza hasta ahora existente en el disco. Transitan entre la psicodelia, los ritmos arabescos y los juegos musicales. “Spining in daffodils” se nutre del lado más oscuro del grupo, transmitiendo sensaciones similares a las de, por ejemplo, Alice in Chains.

Los llamados "supergrupos" siempre tienen que contar con la rémora que viene con su propia condición, demostrar que son algo más que un divertimento o algo pasajero. En este caso las declaraciones de los integrantes ya hablan de un segundo disco. En ese sentido consigue salvar el primer escollo, el de la temporalidad. Respecto al musical, estamos ante un buen disco de rock, una continuación o vuelta de tuerca al sonido de Josh Homme con Queens of the Stone Age. Por momentos creo que el disco se hace largo y en muchos temas las ansias por experimentar o por demostrar cierto tipo de virtuosismo lastran composiciones muy interesantes. En definitiva, con mayor síntesis estaríamos ante un gran trabajo, esperemos que en lo sucesivo sepan limar ese hecho.