Django Reinhardt, el padre de todos los guitarristas


París festeja el centenario del nacimiento del artista que inventó el jazz manouche y que convirtió la guitarra en un instrumento de primera línea


ANDRÉS PÉREZ
Público




París festeja por todo lo alto a partir de este sábado el centenario del nacimiento de Django Reinhardt, el gitano que inventó el jazz manouche y colocó su nombre al lado de los gigantes del género, al mando de una guitarra frenéticamente alegre, melancólica y aún hoy inimitable.

Un concierto de homenaje en el fastuoso Teatro del Châtelet, con varias figuras del pop y el jazz francés lideradas por varios parientes del ídolo, abrió esta semana las festividades. Seguirán Les Nuits Manouches, hasta el 30 de enero, en una célebre sala del centro de la capital, LAlhambra. En febrero, otro concierto celebrará su figura en el club New Morning. Y, por si no fuera suficiente, la ciudad de París ha decidido bautizar con el nombre Django Reinhardt una plaza del distrito XVIII, al norte de la capital, donde el genio tuvo su caravana-vivienda durante varios años.

En el capítulo de reediciones, destacan los 26 CD de la recopilación Le Manoir de ses Rêves, con 623 grabaciones de Reinhardt, y la retrospectiva Djangologie, con otros 20 CD. En el capítulo de libros, la editorial Didier Carpentier publica la obra Django Reinhardt et le jazz manouche, de Jean-Baptiste Tuzet.

Como todo torrente de celebraciones, este que nos ocupa amenaza con folclorizar a una figura artística que representó en su momento mucho más de lo que hoy se pueda rememorar. Pero, por una vez, la celebración en sí tiene poco de revival y mucho de debido homenaje: larguísima es la lista de artistas franceses que, sin pretender ser ni un momento "el nuevo Django Reinhardt", retoman su aventura, aprenden de él e intentan proyectarla modestamente hacia el futuro con nuevas creaciones.

Todo lo contrario de lo que está ocurriendo en Francia con artistas como el excelente e inimitable Serge Gainsbourg, otra figura desaparecida y celebrada. Al él sí que le han salido varios "nuevos Serge Gainsbourg", en la música (Benjamin Biolay), en las artes escénicas (Jean-Claude Gallotta) y en el cine (Joann Sfar).

Fama a los 13 años

Django Reinhardt nació el 23 de enero de 1910 en Bélgica, con el nombre de Jean, de una familia de músicos y artistas gitanos afincados en su caravana, con los que aprendió sin partituras, siguiendo la tradición de transmisión familiar clásica en esos clanes. Después de errar por varios puntos de Francia, Italia y Argelia, el clan se instaló a las puertas de París, y Django empezó a ganarse una fama, a sus 13 años, con el banjo, la guitarra y el violín.

En 1928, cuando ya era conocido en los clubes y guinguettes de París, el incendio de su roulotte estuvo a punto de poner fin a su carrera: perdió el uso de dos dedos de la mano izquierda. El fuego no pudo con el genio. En seis meses retomó el swing con brío. Dos años después descubrió el jazz de la mano de los grandes nombres norteamericanos, y ahí se le abrió el que sería su gran invento: el jazz manouche.

Todos los grandes clubes de París se lo disputaban a él y a su Quintette Hot Club de France, y uno de esos antros, La Java, aún hoy abierto, se convirtió en su feudo más frecuente. Tras la liberación de la ocupación nazi de Francia, Django Reinhardt improvisó con el violonista Stéphane Grappelli una versión cómica y bailable del sangriento himno nacional La Marseillaise, que aún hoy es emitida con frecuencia por las emisoras de radio.

La figura tutelar de las noches parisinas que es Django Reinhardt está siendo celebrada, de hecho, desde 2003, cuando se festejó el 50 aniversario de su muerte. Eso había generado varios malentendidos, como el que destaca el jazzman Thomas Dutronc, presente en Les Nuits Manouches. "En 2003 hubo una moda Django. Pasaron todo tipo de artistas retomando el repertorio y dándoselas de brillantes porque tocaban deprisa. Confundían virtuosismo con sensibilidad. ¡Unos pesados! Django es más que una música, es un sentimiento. Lo contrario de nuestra época: es poesía".

La negativa a imitar va ganando adeptos. Hasta su mismo nieto, David Reinhardt, también guitarrista, se desmarca de su influencia. "No me gusta que me encasillen. Es más: puedo decir que mi jazz se inspira más en norteamericanos como George Benson o Wes Montgomery. No me gusta volver a tocar Django. Me gusta la gente que investiga", explica.

Una declaración de principios que es la que se aplicó a sí mismo el inquieto Django Reinhardt tras la Segunda Guerra Mundial. En lugar de quedarse rentabilizando su swing y su jazz manouche, aceptó el envite del recién inventado bebop y se convirtió en el primer europeo en dejarse inundar por él.