"El componente europeo está presente en todos los conflictos mayores que se han dado en África en la época contemporánea"


Entrevista con Antumi Toasijé



KEPA ARBIZU
Lumpen



La historia de África está marcada por la esclavitud y la colonización. El presente no es mucho mejor. El continente sufre la explotación de manos de las potencias occidentales. Pese a ser la gran vergüenza de los Estados del llamado "primer mundo", su situación no parece ser prioridad ni tener la necesaria difusión. Antumi Toasijé, historiador y rector del Centro de Estudios Panafricanos, nos habla de la situación del continente y las responsabilidades, tanto políticas como morales, de Occidente.


Una de las críticas habituales a Europa, y por extensión a Occidente, es el etnocentrismo cultural que demuestra. ¿En qué aspectos concretos se hace visible ese “egocentrismo” con respecto a África?

Históricamente existe un pulso más o menos declarado entre Europa y África que tiene sus inicios en la Edad Antigua. Tras la Era Moderna y en el presente no cabe duda de que, dados los efectos del esclavismo, la invasión colonial y el neocolonialismo en las relaciones norte-sur, Europa y sus descendientes, fundamentalmente en Norteamérica, se colocan en una posición de superioridad, económica, militar y política, que se traduce en pretensiones de superioridad moral que condicionan todo el imaginario europeo y africano. Al europeo se le enseña, de modo directo e indirecto, desde la más tierna infancia, que es el ser destinado a aportar luz al resto de pueblos de la tierra que de un modo u otro son vistos como incapaces y ello se traduce en casi todos los ámbitos de relación, incluso aquellos que son aparentemente más horizontales y democráticos, donde occidente acaba por imponer su criterio, muchas veces ayudado por las élites africanas mentalmente secuestradas. Como ejemplo le diré que no hay ONG’s africanas operando en suelo europeo para solucionar problemas de los europeos como puedan ser el abandono de ancianos. ¿Puede imaginar algo así? Ello se debe a que el esquema de superioridad-inferioridad está fuertemente arraigado. Como digo, esta actitud es producto de la evidente victoria política, económica y militar de Europa y sus vástagos sobre la mayoría del mundo.

En los últimos años se ha sumado China a la lucha por los recursos existentes en suelo africano. Además, EEUU ha creado hace poco el AFRICOM (Comando África de Estados Unidos). ¿Cuáles son los objetivos reales de ambos?

Hay serias diferencias entre las políticas africanas de Beijing y Washington. Los gobiernos Chinos desde el principio no buscaron condicionalidad política, sus tratos son mucho más beneficiosos para África, en las relaciones con occidente África “ganaba” un 8% y occidente el resto, mientras que con China África gana cerca de un 30%, China invierte en infraestructuras, carreteras, saneamiento, centros de producción de energía, centros de salud… y nos considera, a los africanos, como potenciales consumidores y no sólo productores de materias primas, es un avance. Otra cuestión son los estilos diplomáticos, al respecto hay que recordar que la entrada de China en África no es nueva, tiene un largo recorrido, aunque el impulso actual sea mayor, dado el crecimiento asiático. Es evidente que Beijing no se siente impulsado a dirigir los destinos de África, por ello la relación política con China es una relación más equilibrada, hay mucha experiencia sobre la manipulación de la política africana por parte de occidente, prácticas que han originado guerras y que incluyen magnicidios, el AFRICOM es una vuelta de tuerca más que utiliza excusas viejas como el terrorismo para recolonizar militarmente los puntos estratégicos de producción petrolífera en África. El tipo de influencia negativa de China en la actualidad se manifiesta en que refuerza los regímenes existentes, sean dictatoriales o no, sin preocupación por los Derechos Humanos. El caso de Sudán es paradigmático, es evidente que China apoya al régimen genocida de Khartoum, pero también es evidente que Estados Unidos, de un modo torticero e irresponsable, ha fomentado el alzamiento de los rebeldes, bajo cuyo suelo se encuentran los yacimientos de petróleo que tanto China como EEUU ambicionan. En resumen, China comete sus errores y fomenta atropellos, pero es mucho menos dirigista y sus tratos son más aceptables, sin embargo en los medios de comunicación occidentales se insiste en que la penetración de China es un nuevo colonialismo peor si cabe que el suyo, en un evidente acto de contra-propaganda que no engaña a nadie mínimamente informado.

Como consecuencia de algunos hechos concretos el tema de la pesca ha sido muy comentado últimamente. ¿Los tratados, acuerdos o la regulación de las llamadas “aguas internacionales” en qué papel deja a los países africanos?

Hace tiempo que los países europeos y Japón principalmente vienen esquilmando los recursos pesqueros de los caladeros africanos. España juega un papel protagonista en este robo de pescado. Además del asalto a las pesquerías de los países que estuvieron o están en guerra, como Sierra Leona, Liberia, Somalia, Angola y Mozambique, se produce el robo descarado en la plataforma continental de países que por su limitación de recursos en vigilancia costera o por la corrupción existente, se ven totalmente indefensos ante la avalancha de enormes arrastreros y buques que utilizan artes prohibidas en Europa. Los tratados internacionales han ido poniendo la situación de los países africanos cada vez peor de un modo paradójico, puesto que se ha ido dejando cada vez más la responsabilidad de la vigilancia de las costas a los propios países africanos sin aportar cooperación tecnológica y económica que apoye una efectiva vigilancia de sus costas. Aunque todos los pescadores y expertos saben que la mayor parte de la captura mundial se produce en aguas continentales y también territoriales, desde los medios de comunicación se insiste en apoyar las mentiras de gran número de armadores que afirman pescar en aguas internacionales. En ese contexto la llamada piratería de los ex - pescadores es un efecto de un crimen mucho mayor llevado a cabo por occidente y Japón.

Siempre se esgrimen las luchas tribales como ejemplo para demostrar la inestabilidad del continente africano. Pero, ¿hasta qué punto, en esos enfrentamientos, tienen responsabilidad los países occidentales o sus intereses?

Es curioso cómo el lenguaje y las percepciones etnocéntricas de Europa condicionan las realidades políticas y los análisis. La mayoría de los grandes conflictos que se han producido en el mundo tienen dos componentes básicos, uno étnico-racial, y otro económico. Sin embargo los europeos son reticentes a llamar a sus guerras “conflictos étnicos”. Dos ejemplos muy evidentes son las llamadas "Primera Guerra Mundial”, con origen en un conflicto étnico y territorial en los Balcanes, y la “Segunda Guerra Mundial” con origen en el conflicto racial-étnico y territorial de los alemanes contra otros europeos y sus minorías étnicas como los judíos asquenazíes o los propios africano-alemanes. El último conflicto europeo, nuevamente en los Balcanes, también ha tenido claros detonantes étnicos, territoriales e incluso religiosos. Por otra parte, a pesar de los terribles efectos y la virulencia de los conflictos africanos, África es en general un continente pacífico si se compara con Europa o Asia, que actualmente gozan del período más largo de paz de su historia, ya que dichos continentes superan cada uno con creces y sólo en el siglo XX, el número total de víctimas de los conflictos de toda la historia de África. Dicho lo cual, es notorio que el componente europeo está presente en todos y cada uno de los conflictos mayores que se han dado en África en la época contemporánea, empezando por todos los habidos en la zona de los Grandes Lagos. Ello no obsta para que los panafricanistas nos horroricemos ante lo fácil que es manipular a nuestras poblaciones dada la irresponsabilidad de determinados líderes africanos y los límites impensables de crueldad a los que pueden llegar los combatientes.

¿Qué opinión le merece la Corte Penal Internacional y más en concreto el hecho de que se haya dedicado casi en exclusividad a temas africanos? ¿Es factible la idea de, bajo una Justicia Universal, juzgar a las multinacionales y las consecuencias que provocan?

Los tribunales Internacionales, interesantes a priori, se han convertido en un instrumento más de las grandes potencias para asentar su hegemonía. Es evidente que deberían haber pasado ante un tribunal internacional los dirigentes de destacadas naciones de Europa y Estados Unidos. Sin embargo esto nunca sucederá, lo cual no da una medida de la utilidad y función de tales tribunales. El único occidental de peso procesado, Milosevich, lo ha sido por haber caído en desgracia frente a sus antiguos protectores. Está bien perseguir a Charles Taylor, pero ¿qué pasa con la compañía de diamantes De Beers? Está bien procesar a Thomas Lubanga pero ¿qué pasa con las compañías que se benefician del Coltán? Además de los dirigentes implicados en conflictos y crímenes de Lesa Humanidad se debería hacer un esfuerzo por procesar a los instigadores, protectores y agentes comerciales de las multinacionales que es sabido buscan y obtienen grandes beneficios gracias al caos planificado. Ese esfuerzo no se hará mientras Europa y sus descendientes detenten el monopolio sobre la autoridad moral y jurídica en el mundo. Por ello, siendo una idea interesante en principio, la Justicia Universal y sus instrumentos, como la Corte Penal Internacional, están tomando los mismos derroteros que todas las iniciativas globales, acaban por reforzar las posiciones de los fuertes y fomentan la impunidad de las grandes corporaciones.

Europa se jacta de defender la libertad y la igualdad. ¿Qué consideración hace de las leyes de inmigración que se deciden desde este continente?

Europa demuestra no tener visión histórica al establecer muros y barreras a la libre circulación de ciudadanos por el mundo. Las poblaciones históricamente se han movido en dirección a los recursos, puesto que el norte se capitaliza por la explotación del sur, es normal que las poblaciones se muevan en esa dirección. Si se pone una barrera el conflicto está servido. Roma y China cayeron justo después de terminar sus grandes murallas, la presión que ejerce la cerrazón total es tal que pronto se traduce en violencia. El libre movimiento internacional es un derecho reconocido por los países occidentales, sin embargo en su hipocresía de nuevo establecen una escala, donde sólo los enriquecidos pueden circular, mientras que sobre los empobrecidos se practica la eugenesia de arrojarlos al desierto, o cortarles el acceso marítimo para que perezcan en alta mar. El aperturismo es una política mucho más necesaria, humana y, a la larga, más inteligente, pero me temo que no vende, ahí hay una responsabilidad de las ONG’s y los jóvenes idealistas que existen en occidente por luchar por un mundo no compartimentado, a veces no se dan cuenta de que la batalla está aquí, en muchos casos sería mejor que fuesen a África de turismo ecológico y que aquí combatieran las políticas genocidas de sus propios gobiernos y corporaciones.

Respecto al fenómeno Obama. ¿Cuál es su opinión, cree que podrá modificar el tipo de relaciones que tiene su país con el continente africano?

Pienso que Obama se encuentra con muchas más dificultades de las previstas inicialmente y con un problema estructural de gran envergadura. Cambiar completamente la política económica internacional de Estados Unidos puede equivaler a un suicidio ya que gran parte de la estructura del imperio se basa en la opresión y la capitalización asimétrica y África ha venido siendo una víctima de este sistema de explotación. Por poner un ejemplo, la falsa democratización de Guinea Ecuatorial está apoyada por agentes norteamericanos que asesoran al dictador guineano sobre prácticas de fraude electoral. Lo contrario supondría perder la ventaja adquirida por las compañías norteamericanas en los sustanciosos contratos de petróleo que ahondaría un punto más la actual crisis financiera. Creo que Obama va siendo consciente de todas las dificultades al respecto y no tengo mucha esperanza en su primer mandato, ahora bien, a partir de su segundo mandato, si logra remontar la economía de Estados Unidos tiene una gran oportunidad para impulsar un proyecto de relaciones diplomáticas con África más sincero y menos condicionado que el actual que tal vez se traduzca en relaciones más igualitarias y un mejor entendimiento y empatía con las poblaciones africanas que sufren los efectos de las ingerencias norteamericanas, al fin y al cabo, desde el punto de vista panafricanista, él también es africano.