Un historiador y activista político que seguirá vivo entre los desobedientes


DAVID BROOKS
La Jornada




Howard Zinn, el historiador que narró a lo largo de su carrera la otra historia de EEUU, desde el punto de vista de los de abajo y de la izquierda, falleció el miércoles Santa Mónica (California) de un infarto a los 87 años de edad.

Autor de varios libros, entre ellos el texto de historia más vendido, «La otra historia de los Estados Unidos (A People's History of the United States)», ponente, articulista, dramaturgo y colaborador de «La Jornada», era profesor emérito de Historia en la Universidad de Boston.

Una de las voces independientes de izquierda, su praxis de pensamiento y acción le llevó a ser uno de los intelectuales más admirados tanto por veteranos de las luchas sociales de la posguerra como por jóvenes. «El problema no es la desobediencia civil, sino la obediencia civil», afirmó en un discurso en Baltimore en los años 60, durante un acto al que acudió en lugar de presentarse ante un juez para ser juzgado por sus acciones contra la guerra en Vietnam, pero que no le evitó ser arrestado por policías que le esperaban en la Universidad de Boston.

Veterano de la Segunda Guerra Mundial, Zinn participó en los bombardeos aéreos contra Alemania y allí volvió tras finalizar el conflicto para ver la destrucción cometida desde 30.000 pies de altura. Al ver Dresden y otras ciudades decidió que siempre, y sin excepción, tenía que oponerse a la guerra. Colocó sus medallas y documentos militares en un sobre que selló y no abrió nunca más.

Nació en Nueva York en 1922, en el seno de una familia de inmigrantes judíos que vivían en una colonia de clase trabajadora en Brooklyn. Se educó en las universidades de Nueva York y Columbia. En 1956 se le ofreció una plaza en Spelman College, una universidad para mujeres afroestadounidenses, en la racialmente segregada de Atlanta.

Ahí participó en los inicios del movimiento de derechos civiles, alentado a sus estudiantes a participar. Despedido de Spelman por insubordinación, Zinn fue contratado como profesor en la Universidad de Boston, donde continuó su activismo, tanto en el movimiento de derechos civiles como contra la guerra en Vietnam (fue uno de los primeros intelectuales estadounidenses en hacerlo).

Se jubiló en 1988 y pasó su último día apoyando una huelga de enfermeras, pero nunca dejó de trabajar, y gozar, con la desobediencia al poder, a la imposición, a la guerra y al imperialismo. Este ser digno, humano y modesto nunca perdió el optimismo sobre la capacidad del ser humano para rescatar a la humanidad con la rebelión ante la opresión de todo tipo.

En lo que tal vez fue su última aportación a un medio, Zinn escribió sobre el primer año de Barack Obama en «The Nation». «No me ha decepcionado terriblemente porque no esperaba mucho de él. Esperaba que fuera un presidente demócrata tradicional. En política exterior, eso es poco diferente a un republicano: nacionalista, expansionista, imperial y bélico. La gente está apantallada por la retórica de Obama, y creo que ya debería empezar a entender que será un presidente mediocre, lo cual significa, en estos tiempos, un mandatario peligroso, a menos que se presente un movimiento nacional para empujarlo en una dirección mejor», escribió.

Bruce Springsteen es uno de sus admiradores estadounidenses y fue amigo de Matt Damon, pero desde los jóvenes de las batallas por la justicia global en Seattle hasta los veteranos activistas, Zinn siempre fue referencia.

Howard Zinn murió de un infarto mientras estaba de viaje en California, pero seguirá vivo a través de los desobedientes que siempre apoyó.