La doble vida plástica de Antony & The Johnsons


El músico de rock muestra en Londres su faceta como artista



PATRICIA TUBELLA
El País



El retrato que Antony Hegarty nos brinda de sí mismo, una fotografía retocada sobre la que ha proyectado la imagen de su bisabuela, fallecida de tuberculosis, resulta tan sobrecogedor como la voz que arropa sus canciones. Hombre y mujer confluyen en una sola identidad transgénero que este músico, uno de los más singulares de los últimos tiempos, ha venido explorando en los temas de su banda neoyorquina Antony and the Johnsons. Consagrado como figura de culto, sobre todo en Europa (su disco es uno de los éxitos de ventas más inesperados de la temporada en España), el intérprete, pianista y compositor utiliza ahora esa plataforma para desvelar al público su faceta oculta de artista plástico con una exposición en Londres.

La potencia del autorretrato preside un despliegue de 13 obras -fotografías, pinturas y collages a gran tamaño- erigido en una suerte de canto a la naturaleza, una de las obsesiones de Antony que también ha querido plasmar en las letras de su tercer y recién estrenado álbum, The crying light. Paisajes oníricos a partir de fotografías rescatadas de revistas antiguas, como la recreación de una escena pastoral en The Creek (El arroyo, que da título al conjunto de la muestra) sobre la que esboza trazos negros, rojos y verdes, "las líneas que me permiten rastrear lo invisible". Menos bucólicos son los lamentos por el medio ambiente, los collages del oso polar que muere desangrado, del submarino militar norteamericano que se encamina hacia un glaciar o de las hileras de coches desvencijados a punto de ser sepultados en el océano y que el autor concibe como el desolador "paisaje del futuro".

Antony Hegarty dibuja y pinta desde su niñez en Chichester (Inglaterra), cuando descubrió en la combinación de formas y colores un modo de expresión tan rico como su mundo interior. Y siguió haciéndolo a pesar de ver denegado el ingreso en el Royal Collage of Arts, porque combatir el rechazo ha sido el sello de su biografía y de su singladura artística. Instalado al otro lado del Atlántico desde los 19 años, aquel chico de físico corpulento y mente femenina se forjó en la escena underground del East Village neoyorquino, donde seducía a Lou Reed, estrenó su primer álbum, Antony and The Johnsons, en 1998, y luce hoy en su estantería el prestigioso premio Mercury, gracias a I am a bird now (2005), que le abría la puerta de las grandes audiencias.

A sus 38 años, ha decidido también exhibir su creatividad en las artes plásticas, que, asegura, le "obsesionaban mucho antes que la música". Le daba vértigo mostrar ese rincón íntimo que cultiva en la soledad de su apartamento de Manhattan, pero su viejo amigo John Marchant, director de la galería londinense Isis, acabó convenciéndole. "La pintura es algo muy personal que nunca pensé en mostrar, pero la temática de mis obras (la naturaleza) tiene paralelismo con la de mis últimas canciones, y quizá era el momento de hacerlo", aduce Hegarty.

Tras el cierre de la exposición en Londres, el público parisiense podrá contemplar los nuevos pinitos artísticos de Antony a partir de abril (Galerie du jour. Agnès B). Esa breve ruta no contempla recalar en España, donde la legión de sus fans sí podrá verlo en directo durante una gira que llevará a su banda a Barcelona (15 de abril), Murcia (5 de mayo), San Sebastián (7) y Madrid (11).



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