¿Esclavos pero contentos?

KEPA ARBIZU
Lumpen



No suelen gustar demasiado las reflexiones encaminadas a construir cierta visión negativa de los ciudadanos de a pie. Todos pertenecemos a ese conglomerado y la autocrítica ya sabemos que es complicada. Pero resulta cada día más urgente la necesidad de reflexionar si queremos ostentar el poder o simplemente ser sumisos a él. Y esa decisión sólo está en nuestras propias manos. Desde luego no hay duda en que es más cómodo, más sencillo y sobre todo seguro, estirar la mano y alcanzar una de las opciones que nos han puesto amablemente en nuestra mesa que salir en busca de la que más nos convenga.

Esta reflexión surge a raíz de escuchar una encuesta reciente a la juventud española y sobre todo, lo que me llamó la atención, la consideración de algunos tertulianos a tales respuestas. Mostraban su preocupación por la nefasta noticia, a la vez que inesperada, de que se dieran opiniones cada vez más conservadoras. Palabra esta última curiosa dicha en boca de gente que la utiliza como insulto arrojadizo contra otros y ellos mismos entrarían perfectamente en esa categoría. Al margen de esto, me dejó perplejo su extrañeza respecto al resultado de la encuesta.

Vivimos en una sociedad cada vez más dominada por un pensamiento totalmente servil al poder, donde cualquier intento por pensar por uno mismo es denostado. Así que no resulta extraño que las personas hagan sus dictámenes en ese sentido. Opciones como la pena de muerte, la religión, etc… no dejan de ser soluciones totalmente infantiles, a pesar de la crueldad de algunas, y que no suponen un análisis muy elaborado de la realidad. Qué mejor que abandonar nuestra suerte y destino en manos de un ente de no se sabe donde o solucionar los problemas sin reflexión alguna sobre su origen, corrigiendo conductas aniquilando el problema como el que arranca las hierbas malas.

Y aquí reside la gran frustración y el problema de verdad, una vez asimilado que los poderes fácticos, hoy por hoy, son lo que son y que su mensaje esta dirigido a encerrarnos en sus intereses, somos los propios ciudadanos los encargados de abrir otras vías de conocimiento, diferentes maneras de explicar nuestro entorno fuera del acartonamiento que se nos enseña a diario. Claro que no es fácil, claro que habrá que perder cosas por el camino, es de lógica que el pensamiento que todo lo domina no quiera adversarios y qué mejor que adormecer al personal y dificultar el acceso a otras informaciones.

Y aunque duela escucharlo, somos/tenemos lo que nos merecemos, si somos incapaces de crear individuos libres para construir caminos diferentes al que únicamente nos dan hecho es imposible crear redes sociales de cualquier tipo, desde partidos políticos hasta medios de comunicación, capaces de incrementar nuestro espíritu crítico. Es verdad que asomarse a la libertad crea vértigo, pero hay que ser conscientes de que no existe otra solución para dejar de ser esclavos que proclamarse ciudadanos libres.