ALICIA FERNÁNDEZ
ABC
Poesía, arte y rock and roll podría ser el mejor combinado para definir la síntesis creativa de Patti Smith. La artista, conocida popularmente por ser uno de los iconos del punk rock de los años 70, presenta por primera vez en España su obra plástica en esta exposición cuyo título: Written Portrait (Retrato escrito), expresa el protagonismo que la palabra escrita tiene en todas sus creaciones. Así también se aprecia en el recorrido de las obras reunidas: series de dibujos realizados desde los años sesenta, fotos en blanco y negro (fruto de la combinación del azar registrado con una sencilla cámara Polaroid Land 250) junto a las imágenes del documental, premiado en Sundance Dream of Life, de Steven Sebring.
Comprometida e intensa. Un conjunto inédito y poco conocido, seleccionado por la subdirectora artística de Artium, Laura Fernández Orgaz, que también comisarió anteriores revisiones comprometidas e intensas mostradas en el centro alavés de mujeres artistas, como la retrospectiva dedicada a Hannah Wilke. La exposición se une a esa trayectoria del centro, a la vez que presenta muy bien cuáles son algunas de las afinidades visuales, complicidades literarias y personales ligadas la biografía de la artista de Chicago.
Porque la creadora de poemas intensos -y autora, junto a Bruce Springsteen, de un clásico como Because the Night-, asegura que, a pesar de practicar diferentes disciplinas, se siente «la misma persona». Y es precisamente esa unidad de criterios y, sobre todo, de compromiso la que se revela a lo largo de las distintas partes de la exposición, que ha sido organizada -con buen sentido- sin mezclar medios, pero permitiendo su convivencia gracias a la apertura de ventanas en los muros que sugieren aperturas, tránsitos e intercambios naturales entre las series de dibujos, fotografías, poemas y producciones musicales.
Todo en una. Y es que está claro: no existe una Patti Smith cantante y otra artista o poeta, sino que es una sola persona con numerosas venas creativas expresadas a través de formas distintas. Aunque parece ser que la primera vocación de Patti Smith fue la plástica, y que a menudo visitaba el museo de su ciudad Filadelfia.
De entre sus primeros dibujos, aquí pueden verse algunos reveladores de su estilo: expresivo, caligráfico y lineal. Papeles como: After De Kooning» (1968) (al estilo de De Kooning) o el Retrato de Rimbaud (1973). El primero es un claro ejemplo de las continuas relecturas que hace Smith sobre obras anteriores de otros artistas; el segundo demuestra las numerosas referencias literarias de escritores que ella admira: al propio Arthur Rimbaud, a William Blake, Antonin Artaud, Virginia Woolf y a otros tantos a los que rinde continuos homenajes mediante citas y reseñas. No obstante, con el paso del tiempo, Smith renunció en parte a la actividad plástica en favor de la literario-musical porque, según sus declaraciones, se sentía «frustrada por mi incapacidad de trazar una imagen; dibujaría palabras, en cambio, ritmos que saldrían del papel al yeso».
Sin embargo, el uso de la fotografía es una constante que se mantiene en su carrera desde las primeras polaroids que realizaba para introducir en collages (la mayor parte, desaparecidas), hasta las instantáneas sobre viajes y lugares, porque, para ella, «las fotos son las reliquias de mi vida pasada, los recuerdos de mi errar». En ellas aparecen recuerdos y objetos de todo tipo, pero dotados de una fuerte carga emocional ligada a su memoria más íntima. Además, la presencia humana tiende a insinuarse a través de los objetos, de un rastro o una huella física, entrando de lleno en el territorio de las insinuaciones subjetivas, más evocadoras y simbólicas. Muchas de éstas imágenes tienen relación con la muerte y la desaparición de sus héroes, recordados a través de las casas, tumbas, objetos y camas donde murieron Virginia Woolf, Victor Hugo, Verdi o, incluso, Napoleón.
En espíritu. Y de éstas obras a la evolución posterior que vincula a Patti Smith con aspectos espirituales no estrictamente autobiográficos y mucho más relacionados con la simbiosis entre culturas y paisajes,.Lo mismo que se aprovechará de la apariencia estética de la palabra para convertirla en imagen al emplear la escritura árabe en los dibujos de la serie dedicada a los atentados del 11-S aquí expuesta, y donde relaciona significativamente la destrucción de las Torres Gemelas con la Torre de Babel, a partir del cuadro de Brueghel El Viejo. Relaciones y complicidades que hilvanan secuencialmente el conjunto de su obra.
ABC
Poesía, arte y rock and roll podría ser el mejor combinado para definir la síntesis creativa de Patti Smith. La artista, conocida popularmente por ser uno de los iconos del punk rock de los años 70, presenta por primera vez en España su obra plástica en esta exposición cuyo título: Written Portrait (Retrato escrito), expresa el protagonismo que la palabra escrita tiene en todas sus creaciones. Así también se aprecia en el recorrido de las obras reunidas: series de dibujos realizados desde los años sesenta, fotos en blanco y negro (fruto de la combinación del azar registrado con una sencilla cámara Polaroid Land 250) junto a las imágenes del documental, premiado en Sundance Dream of Life, de Steven Sebring.
Comprometida e intensa. Un conjunto inédito y poco conocido, seleccionado por la subdirectora artística de Artium, Laura Fernández Orgaz, que también comisarió anteriores revisiones comprometidas e intensas mostradas en el centro alavés de mujeres artistas, como la retrospectiva dedicada a Hannah Wilke. La exposición se une a esa trayectoria del centro, a la vez que presenta muy bien cuáles son algunas de las afinidades visuales, complicidades literarias y personales ligadas la biografía de la artista de Chicago.
Porque la creadora de poemas intensos -y autora, junto a Bruce Springsteen, de un clásico como Because the Night-, asegura que, a pesar de practicar diferentes disciplinas, se siente «la misma persona». Y es precisamente esa unidad de criterios y, sobre todo, de compromiso la que se revela a lo largo de las distintas partes de la exposición, que ha sido organizada -con buen sentido- sin mezclar medios, pero permitiendo su convivencia gracias a la apertura de ventanas en los muros que sugieren aperturas, tránsitos e intercambios naturales entre las series de dibujos, fotografías, poemas y producciones musicales.
Todo en una. Y es que está claro: no existe una Patti Smith cantante y otra artista o poeta, sino que es una sola persona con numerosas venas creativas expresadas a través de formas distintas. Aunque parece ser que la primera vocación de Patti Smith fue la plástica, y que a menudo visitaba el museo de su ciudad Filadelfia.
De entre sus primeros dibujos, aquí pueden verse algunos reveladores de su estilo: expresivo, caligráfico y lineal. Papeles como: After De Kooning» (1968) (al estilo de De Kooning) o el Retrato de Rimbaud (1973). El primero es un claro ejemplo de las continuas relecturas que hace Smith sobre obras anteriores de otros artistas; el segundo demuestra las numerosas referencias literarias de escritores que ella admira: al propio Arthur Rimbaud, a William Blake, Antonin Artaud, Virginia Woolf y a otros tantos a los que rinde continuos homenajes mediante citas y reseñas. No obstante, con el paso del tiempo, Smith renunció en parte a la actividad plástica en favor de la literario-musical porque, según sus declaraciones, se sentía «frustrada por mi incapacidad de trazar una imagen; dibujaría palabras, en cambio, ritmos que saldrían del papel al yeso».
Sin embargo, el uso de la fotografía es una constante que se mantiene en su carrera desde las primeras polaroids que realizaba para introducir en collages (la mayor parte, desaparecidas), hasta las instantáneas sobre viajes y lugares, porque, para ella, «las fotos son las reliquias de mi vida pasada, los recuerdos de mi errar». En ellas aparecen recuerdos y objetos de todo tipo, pero dotados de una fuerte carga emocional ligada a su memoria más íntima. Además, la presencia humana tiende a insinuarse a través de los objetos, de un rastro o una huella física, entrando de lleno en el territorio de las insinuaciones subjetivas, más evocadoras y simbólicas. Muchas de éstas imágenes tienen relación con la muerte y la desaparición de sus héroes, recordados a través de las casas, tumbas, objetos y camas donde murieron Virginia Woolf, Victor Hugo, Verdi o, incluso, Napoleón.
En espíritu. Y de éstas obras a la evolución posterior que vincula a Patti Smith con aspectos espirituales no estrictamente autobiográficos y mucho más relacionados con la simbiosis entre culturas y paisajes,.Lo mismo que se aprovechará de la apariencia estética de la palabra para convertirla en imagen al emplear la escritura árabe en los dibujos de la serie dedicada a los atentados del 11-S aquí expuesta, y donde relaciona significativamente la destrucción de las Torres Gemelas con la Torre de Babel, a partir del cuadro de Brueghel El Viejo. Relaciones y complicidades que hilvanan secuencialmente el conjunto de su obra.