Grupos religiosos critican el centro de visitas del Capitolio porque no hay referencias divinas / Una campaña en los autobuses invita a ser bueno sin necesidad de la fe
JOAN CAÑETE BAYLE
El Periódico
En el país que tiene en sus billetes la inscripción En Dios confiamos; en el país en el que sus políticos acaban sus discursos con un "Dios bendiga a América"; en el país cuya Constitución decreta la separación entre Estado e Iglesia, pero donde las encuestas dicen que uno de cada dos habitantes no votaría a un candidato a la presidencia que se declarara ateo; en ese país, que es EEUU, llega puntual con la Navidad el debate sobre los símbolos cristianos en las fiestas. Es un debate que por un lado alimentan los creyentes en otras confesiones y los ateos, que defienden que se celebren "las fiestas" y no la Navidad, y por el otro los que afirman que la herencia cristiana es crucial en la historia y el carácter del país.
Uno de los que creen esto último es el congresista republicano de Carolina del Sur Jim De Mint, que ha denunciado que Washington "ha declarado la guerra a Dios" debido a lo que considera intentos de borrar las referencias al Altísimo en los lugares públicos. La capital ha sido también el lugar elegido por la Asociación Humanista Americana (AHA) para lanzar una campaña publicitaria navideña en los autobuses de la ciudad en la que se afirma: ¿Por qué creer en Dios? Sé bueno solo por el hecho de ser bueno.
El lema del país
La acusación de que Washington está en guerra con Dios la emitió De Mint a cuenta de la reciente inauguración del nuevo centro para visitantes del Capitolio. El proyecto es una instalación subterránea con exposiciones sobre la historia de la sede legislativa, documentos históricos como un discurso de John Kennedy y una carta de Thomas Jefferson, cafeterías y restaurantes. De Mint montó en cólera cuando vio que los arquitectos no incluyeron como lema del país el En Dios confiamos, y logró arrancar la promesa de que eso iba a rectificarse.
Aun así, De Mint lamenta que el mensaje principal de la exposición proclama "no la fe en Dios sino en el Estado". Al congresista y a aliados suyos como el actor Chuck Norris (una figura muy importante entre los activistas políticos religiosos) les puso los pelos de punta un grabado cerca de la entrada del centro: No hemos construido otro templo que el Capitolio. No consultamos a otro oráculo común que la Constitución. El problema, según De Mint, es que se presenta "al Gobierno federal como el cumplimiento de la ambición humana y la respuesta a todos los problemas de la sociedad". Son muchos los que consideran que esa era la intención de los padres fundadores, la mayoría de los cuales a su vez eran muy creyentes.
Aunque para De Mint mucho peor es lo de los anuncios en los buses de la AHA, una organización con sede en Washington y fundada en 1941 que trabaja para "lograr el mayor bien para la humanidad" sin necesidad de mantener "creencias sobrenaturales". La intención de la AHA con la campaña es transmitir el mensaje de que "no se necesita a Dios para ser bueno", en palabras de su director ejecutivo, Roy Speckhardt. Es imposible decir si su mensaje ha calado, pero sí ha logrado indignar a organizaciones como la Coalición Cristiana de América o la Liga Católica.
El bien, el mal y la ética
La AHA es uno de los grupos humanistas y ateos que a lo largo de EEUU llevan tiempo embarcados en una pugna para desterrar los símbolos religiosos de la vida pública. Cuando los creyentes les hablan de herencia histórica, ellos responden que la Constitución no habla de Dios; cuando se les dice que el bien y el mal vienen dados por la Biblia, ellos hablan de ética. Al margen de los buses en Washington, recientemente ha habido una querella para quitar en Kentucky la frase Con la ayuda de Dios en el Departamento de Seguridad y una pancarta celebrando el "solsticio de invierno" en el Capitolio del estado de Washington.
Pero es en la capital donde la guerra a Dios más ha dado que hablar. Algo curioso en una ciudad que está plagada de referencias religiosas. Así, la palabra "Dios" aparece continuamente en los textos de los memoriales de Lincoln y Jefferson; en la cúspide del monumento a Washington hay la inscripción latina Laus Deo (Alabado sea Dios); en el Tribunal Supremo, en la Biblioteca del Congreso y en edificios públicos como el Ronald Reagan hay esculturas y pinturas de Moisés con los Diez Mandamientos, y en el Capitolio, entre otros motivos, hay un cuadro del bautizo de Pocahontas. Dios sigue muy presente en Washington.
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