Recordando a Buddy Holly: Not fade away


RAGTIME WILLIE
Requesound




“Hace mucho, mucho tiempo Todavía recuerdo Cómo me hacía sonreír aquella música Y supe que si tenía mi oportunidad Si podía hacer a toda esa gente bailar Y, quizás, hacerles felices durante un rato…”

(Don McLean, “American Pie”)

Dentro de los artistas que ayudaron a perfilar lo que más tarde se conocería como música pop, música rock, o pop-rock (me toca los cojones tanta etiqueta, pero no me queda más remedio que utilizarlas) existe una figura que es conveniente diseccionar para reivindicar, en su justa medida, su impresionante legado.

La figura en cuestión, está convenientemente mitificada por el pueblo norteamericano, un pueblo necesitado de héroes instantáneos, quizás por lo raquítico de su historia y, en gran parte, debido a su idiosincrasia como pueblo. Un pueblo que cuenta con héroes ya institucionalizados y aceptados unánimemente por todos los sectores de la población, algo realmente poco frecuente, por no decir casi inexistente, en España: y no digamos ya con los músicos, y con los músicos de rock ya ni entramos en materia……Buddy Holly, además, encarnó a la perfección el mensaje del sueño norteamericano. Desde un mísero poblacho de Texas a la gloria…..aunque morir tan joven también contribuye a la sobreexplotación del mito.

Buddy Holly hace ya cincuenta años que murió a los 22 años en un accidente de aviación. Fue el pionero, en esa lista tétrica y mitificada de los “mártires” del rock, junto a Ritchie Valens y The Big Bopper (quienes le acompañaban en el mismo avión accidentado). Aunque Holly fue un chico “bueno”, es decir, murió sin haber probado las drogas y sin ahogarse en su propio vómito después de una noche de excesos varios. Un chico aplicado y un músico “avant –garde”, adelantado a su tiempo. Budy Holly, fundamentalmente, fue un visionario de la música, a pesar de ser, poco más que un chinarrín.

Además de marcar pautas que permanecen hasta hoy, Buddy Holly no encaja con la idea de rock star: su actitud nunca fue rebelde, incluso estuvo influenciado de manera determinante por sus padres, personas que siempre apoyaron las condiciones musicales de su hijo pequeño. Fue lo que se consideraba un muchacho ejemplar, buen hijo y agradecido con la educación recibida.

Además, su infancia fue plácida. Buddy Holly era un paleto redomado. Después de que sus padres se establecieran en la fantasmal ciudad de Lubbock (Texas), el 7 de septiembre de 1936 nace su cuarto y último hijo Charles Hardin Holley. El padre se ganaba la vida como sastre, únicamente pudiendo acceder a una humilde casa con dos habitaciones, sin teléfono ni electricidad.

Lubbock era (y probablemente lo sigue siendo) una ciudad francamente aburrida. En medio de la nada, ubicada en un páramo infinito, desolador, la música suponía una válvula de escape luminosa. Hay una anécdota que ilustra, de manera elocuente, el tipo de vida que Holly llevaba en su ciudad natal. Cuando Holly asistió una vez a la iglesia baptista del pueblo, el cura preguntó de manera retórica “¿qué haríais si tuvierais 10 dólares?”, a lo que Holly contestó en un murmullo casi inaudible “si tuviera diez dólares no estaría aquí”. La inquietud bullía en el alma del adolescente paleto.

Holly aprende los secretos de la guitarra para matar el lánguido aburrimiento circundante. Animado por sus padres, incluso realiza grabaciones caseras, focalizadas en el country y en el bluegrass. Animado, empieza a tocar con un colega y compañero de instituto, Bob Montgomery y recala en las animaciones musicales de la emisora de radio local KDAV. En 1955, junto a Sonny Curtis (futuro miembro de los Crickets, el definitivo grupo de Holly), tocan como teloneros de Elvis. A partir de entonces, Holly queda deslumbrado por el zagal que contonea las caderas y decide dar un giro musical. Según cuenta el propio Curtis: “Era el grupo de Buddy y de Bob. Yo tocaba el violín con ellos. Tocábamos música country, pero cuando apareció Elvis, Buddy se enamoró de él y decidió cambiar. Al día siguiente nos convertimos en clones de Elvis”.

El hermano mayor de Buddy, Larry le presta dinero para comprarse su primera guitarra “profesional”: una Fender Stratocaster. Con ella, y con sus horizontes musicales abiertos hacia las influencias negras que Elvis destilaba, firma un contrato con la división de Decca en Nashville, y graba tres sesiones con Owen Bradley como productor, durante 1956. Poco alentado por los resultados, poco a poco va perfilando su sonido, con especial énfasis en su voz. La voz de Holly, sus modulaciones y sus falsetos característicos van tomando forma, así como su propio grupo y su manera de tocar la guitarra.

Un buen día, el propio Buddy y su nuevo baterista Jerry Allison acuden al estreno de la película de John Ford “The Searchers” (tristemente traducida aquí como “Centauros del Desierto”), en la que el mejor John Wayne, interpretando a un solitario, envejecido, derrotado vaquero, solía exclamar “That’ll Be The Day!”. Los dos amigos, impactados por el clásico de Ford, componen juntos la que sería una de las canciones más emblemáticas de Holly….”That’ll Be The Day”. Se grabó en Nashville en 1956, y según cuenta el propio Allison, el productor de turno espetó “Es la peor canción que he escuchado en toda mi vida”. No satisfechos con el resultado, Holly volvió a grabar la canción tiempo después….

Ese tiempo llegó, cuando Buddy contacta con un tal Norman Petty, un productor y dueño de un estudio en Nuevo México, quien había cosechado un éxito arrollador con un intérprete llamado Buddy Knox. Simplemente, Holly le transmite a Petty: “Si puedes conseguir un éxito para Buddy Knoz, puedes conseguir uno para mi”. Norman Petty fue un manager y productor al uso, en aquellos tiempos; acusado de sanguijuela, lo cierto es que su comportamiento no difería mucho de los managers que operaban en el mercado musical de esos días. Incluso, además de controlar de manera abusiva los negocios del bueno de Holly, se arrogó la facultad de incluir su nombre en los créditos compositivos de las canciones del chavalito de Lubbock.

Holly componía su propio repertorio. Tuvo muy claro lo que quería desde el principio, obnubilado por la actitud y la música que Elvis producía. Ello le propulsó su vena creativa y le insufló una energía envidiable. Una energía perfeccionista y no muy común para la época. Normalmente, se grababa contrarreloj, pero Holly grababa tomas y tomas hasta alcanzar la justa medida. En eso, también fue un pionero. Se trabajaba muchísimo el estudio, experimentando sonidos continuamente.

Por fin, llega el éxito, precisamente con una nueva toma de “That’ll Be The Day” que alcanza lo alto de las listas tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos. A pesar del carácter abusivo de Petty, fue el hombre que supo propulsar al éxito el enorme talento musical del tejano y que supo explotar todo el potencial que Buddy atesoraba.

Para entonces, Holly ya había creado una banda acompañante permanente, con una solidez sorprendente, los gloriosos Crickets, los grillos (John Lennon solía comentar, medio en broma medio en serio como siempre le gustaba expresarse, que había adoptado el nombre de Beatles – un término basado en la palabra “beetles”, que en inglés significa “escarabajos” – como un escondido homenaje a la música de Buddy Holly): el excepcional e innovador baterista Jerry Allison, el bajista Joe B. Mauldin y el guitarrista rítmico Niki Sullivan (este útlimo duró poco, pues decidió prolongar sus estudios). Allison también terminó por marcharse, aunque siempre se mantuvo muy unido a Holly en el plano personal.

Y a todo esto, estamos hablando de unos inocentes chavales de apenas veinte años……..saqueados por un manager sin escrúpulos. Y la lista de éxitos de Holly, en definitiva, toda su carrera meteórica y tan llena de perspectivas luminosas, duró solamente un año y medio.

Holly y sus Crickets realizan giras por el Reino Unido, tocan (por error) en el teatro Apolo de Nueva York, en Harlem, ante una audiencia casi exclusivamente negra (y pasaron la prueba con creces)…y Holly sigue experimentando: se junta con el guitarrista tejano Tommy Allsup, con quien graba un tema con claras referencias fronterizas en lo musical. Y, al mismo tiempo sorprende con una serie de éxitos casi encadenada: “Peggy Sue”, “Everyday”, “Not Fade Away”. Más de 200 conciertos en 18 meses

En el meollo de su brevísimo estrellato, Holly se casa en 1958. Es precisamente su mujer quien le aconseja alejarse de Norman Petty; según ella: “Buddy no tenía dinero porque Norman Petty, su manager no se lo daba, a pesar de todo el éxito obtenido. Esa es la razón por la que acudió a la Winter Dance Party”

Winter Dance Party. Buddy Holly estaba de gira por el medio oeste americano, una gira realmente dantesca. En palabras de su mujer: “Fue la gira del infierno. Todo el mundo se puso enfermo, los autobuses estaban averiados. Hacía mal tiempo y hacía muchísimo frío. Buddy me llamó desde Clear Lake, pero no me dijo nada sobre el avión. Sin embargo, así era Buddy: siempre estaba despegando, en todos los aspectos de la vida”

Holly, cansado de las condiciones del viaje, decide, una vez que recala en Clear Lake (Iowa), en medio de la nada, alquilar un avión para él, su banda y sus compañeros de gira Ritchie Valens y Big Bopper. Su destino, 500 millas más allá, era Moorehead, en Minnesotta. Nunca pudieron llegar. Minutos después del despegue, con unas condiciones climatológicas terribles, el avión se estrelló, matando a todos los tripulantes. Era el 3 de febrero de 1959.

Las posibilidades de Holly se truncaron para siempre. Adorado en el Reino Unido, fue, el ayténtico propulsor de bandas que crecían como hongos. Holly estableció las bases del grupo de rock básico (no fue un solista, fue el líder absoluto de los Crickets): dos guitarras, batería y bajo. Fue el primero que utilizó las dos pistas para grabar (fundamentalmente, era el propio Holly quien grababa, muchas veces, la parte rítmica y solista de la guitarra). Fue un artista completo: produjo, arregló, compuso su propio repertorio. Fue adorado por igual, por chicas y por chicos. Y, sobre todo, era un tipo de lo más accesible: a diferencia de Elvis, un efebo inaccesible, Holly era un chico del montón, gafoso, que demostró que se podía llegar muy lejos sin tener un aspecto físico envidiable. Fue el primero, dentro del mundo del rock, en introducir arreglos de cuerda.

Holly fue un inspirador clave en el desarrollo del excepcional rock británico de los sesenta. Los Beatles adoraban a Buddy Holly. Asumieron su poder de innovación, su vena experimental, su formato musical, su manera de cantar, su manera de componer. Incluso los Rolling Stones adoraron a Holly: Su versión de la canción de Holly “Not Fade Away”, fue su primer top ten en las listas británicas (anteriormente, sus singles fueron “I Wanna Be Your Man”, tema escrito por Lennon y McCartney, y “Come On” de Chuck Berry). Incluso los Hollies, adoptaron su nombre en sentido homenaje.

Bob Dylan, acudió a un concierto de Holly, el 31 de enero de 1959, dos noches antes de que el intérprete tejano falleciera. Cuando recogió su Grammy por el álbum “Time Out Of Mind”, Dylan aprovechó la ocasión para decir: “….y solo quiero decir que cuando yo tenía dieciséis o diecisiete años fui a ver, en Duluth, a Buddy Holly tocar en el Duluth National Guard Armory. Yo estaba muy cerca de él, a pocos metros…y él me miró. Tengo la sensación de que él ha estado, es decir yo sé que ha estado, de algún modo u otro – no sé cómo ni porqué – con nosotros durante todo el proceso de grabación de este álbum”

Siempre quise ahondar en el autor de “Words Of Love”, ese tema que escuché por primera vez en el LP “Beatles For Sale”…….sí, una vez más, ellos me descubrieron a este músico innovador, visionario, una influencia definitiva para el nacimiento del escenario musical británico de los sesenta. Un tipo que cambió el devenir musical. Y su influencia, todavía está vigente. Y por muchos años.