Asesinatos y campos de concentración: Una tragedia descomunal se está produciendo en Sri Lanka

ARUNDHATI ROY
[Traducido del inglés para La Haine por Felisa Sastre]



El horror que está en marcha en Sri Lanka ha sido posible gracias al silencio que lo rodea. Casi no existe información en los principales medios de información indios, e incluso en la prensa internacional, sobre lo que está sucediendo allí. El por qué, debería ser motivo de grave preocupación.

A partir de la escasa información que se filtra, parece que el gobierno de Sri Lanka se está sirviendo de la propaganda sobre la “guerra contra el terrorismo” como tapadera para desmantelar cualquier rastro de democracia en el país, y cometer crímenes inconfesables contra el pueblo tamil.

Basándose en el principio de que todo tamil es un terrorista salvo que él o ella puedan probar lo contrario, zonas civiles, hospitales y refugios están siendo bombardeados y convertidos en zona de guerra. Estimaciones fiables establecen el número de civiles atrapados por encima de los 200.000. El ejército de Sri Lanka está avanzando, armado con tanques y aviones de combate.

Mientras tanto, existen informes oficiales relativos a varios “establecimientos de acogida” para albergar a los tamiles desplazados en los distritos de Vavuniya y Mannar. Según un informe del Daily Telegraph, esos establecimientos “serán centros de retención forzosa para todos los civiles que huyen de los combates”. ¿Se trata de un eufemismo para decir campos de concentración?

Mangala Samaraveera, ex primer ministro, declaró al Telegraph: “Hace unos meses el Gobierno empezó a registrar a todos los tamiles de Colombo basándose en que podrían ser una amenaza para la seguridad, pero esa actuación podría tener otros objetivos, como los nazis en los años 1930. Básicamente están tachando de potenciales terroristas a toda la población civil tamil”.

Habida cuenta de su objetivo declarado de borrar del mapa a los Liberation Tigers(1) del Tamil Eelam(2), la malevolente destrucción de civiles y “terroristas” parece indicar que el gobierno de Sri Lanka está a punto de cometer lo que podría llegar a ser un genocidio. Según una estimación de la ONU, ya han sido asesinados varios miles de personas. Otros miles más están gravemente heridas. Los pocos informes de testigos presenciales que han salido a la luz son descripciones de pesadillas infernales.

Lo que estamos presenciando, o deberíamos decir que está sucediendo, en Sri Lanka- y que tan eficazmente se está ocultando a la opinión pública- es una descarada y abierta guerra racista. La impunidad con la que el gobierno de Sri Lanka puede cometer esos crímenes, en realidad encubre el prejuicio racista profundamente arraigado que es precisamente lo que en primer término ha llevado a la marginación y alineación de los tamiles de Sri Lanka. Ese racismo tiene una larga historia- de ostracismo social, bloqueo económico, pogromos y torturas. La naturaleza brutal de una guerra civil que dura décadas, iniciada como una protesta pacífica, tiene sus raíces ahí.

¿Por qué este silencio? En otra entrevista, Samaraveera decía que “hoy, los medios de información independientes son prácticamente inexistentes en Sri Lanka”. Él hablaba de los escuadrones de la muerte y de “secuestros con furgonetas blancas” que habían “aterrorizado” a la sociedad. Los disidentes, entre ellos varios periodistas, habían sido secuestrados y asesinados. La Federación Internacional de Periodistas acusa al gobierno de Sri Lanka de servirse de una combinación de leyes antiterroristas, desapariciones y asesinatos para silenciar a los periodistas.

Existen inquietantes pero no confirmados informes de que India está prestando material y apoyo logístico al gobierno de Sri Lanka en estos crímenes contra la humanidad. Si los informes son ciertos, es algo vergonzoso. ¿Qué pasa con los gobiernos de otros países? ¿Pakistán? ¿China? ¿Qué están haciendo para mejorar o para empeorar la situación?

En el Estado indio de Tamil Nadu, la guerra en Sri Lanka ha inflamado los ánimos y ha provocado la inmolación de diez personas. La cólera y la angustia públicas, auténticas en gran parte, otras cínicas por la manipulación política, se han convertido en un asunto electoral.

Resulta extraordinario que está preocupación no haya llegado al resto de la India. ¿A qué se debe el silencio en nuestro país? Aquí no existen “furgonetas blancas para secuestrar”, el menos no en relación con este asunto. Dada la envergadura de lo que está sucediendo en Sri Lanka, el silencio es inexcusable. Más aún habida cuenta de la larga historia de irresponsable implicación en el conflicto por parte del gobierno indio, a favor unas veces y en contra otras de una de los dos partes. Algunos de nosotros, incluida yo misma, que deberíamos haber hablado claro mucho antes, no lo hemos hecho simplemente por falta de información sobre la guerra.

Así que, mientras los asesinatos continúan, mientras se encierra en campos de concentración a decenas de miles de personas, mientras otras 200.000 se enfrentan a la hambruna, y se espera que ocurra un genocidio, existe un silencio letal en este enorme país.

Se trata de una tragedia humanitaria descomunal. El mundo debe intervenir. Ahora. Después será demasiado tarde.