Nafisa Haji. Ser musulmana tras el 11-s


Elogiada por la crítica norteamericana, la primera novela de Nafisa Haji, “Su mano sobre mi frente” (Roca), recupera la tradición de las sagas de la India, pero con la incorporación de un nuevo elemento, el de la ignorancia y los prejuicios mundiales surgidos tras los atentados del 11-S


BEGOÑA PIÑA
Qué Leer


Norteamericana de ascendencia pakistaní -su familia se separó en 1947, durante la partición del subcontinente indio-, musulmana y ciudadana del mundo post 11-S, Nafisa Haji ha revivido con su ópera prima el proceso de búsqueda de su identidad. Inmigrante de segunda generación, de la noche a la mañana se convirtió en sospechosa en su propio país; comprendió que la ignorancia crearía un universo dominado por los prejuicios y que su hijo deberá batallar con esos recelos y suspicacias.

Su mano sobre mi frente cuenta el viaje de Saira Qader hacia el pasado, hacia los recuerdos de su madre, de la madre de su madre, de su padre y sus antepasados, de India y Pakistán, y hacia la más cercana memoria de su infancia, su juventud en la Universidad y, ahora, su presente en Los Ángeles. En la misma línea que otros relatos de sagas, de dramas familiares de mujeres indias cargadas con el lastre de ciertas tradiciones, esta novela tiene como novedad el contexto del “nuevo orden internacional” y de la amenaza del terrorismo mundial. Para Haji, ha sido un viaje necesario que la ha confirmado en su gran apuesta. Paz y Amor. Dos palabras talismán, un deseo sincero, un saludo en sus cartas, en sus e-mails, en sus conversaciones…

RAZONES PARA LA ESPERANZA

Al parecer estaba usted escribiendo unos relatos cortos y, de pronto, se cruzó la historia de esta novela. ¿Qué ocurrió?

Siempre quise escribir una novela, había comenzado a escribir muchas sin poder completarlas. Escribiendo los relatos, de repente descubrí la voz que estaba buscando y, en el contexto del 11 de septiembre, sabía lo que quería explorar.

El 11-S cambió el mundo. ¿Cómo la ha afectado a usted?

Antes del 11-S, yo era una persona secular. La religión era para mí una cuestión de identidad, no de práctica. Después, necesité releer y reflexionar sobre esta cuestión para poner los acontecimientos en perspectiva. He descubierto el viaje espiritual de una manera nueva.

Las cosas en Estados Unidos no han sido fáciles para los musulmanes. ¿La ha obligado esto a repreguntarse ciertas cosas?

Sí. Aunque no es fácil, me he dado cuenta de los diferentes niveles de “ser”. Y también he comprendido que estos niveles, con toda su complejidad, pueden coexistir. Yo me siento norteamericana con herencia indo-pakistaní. Pero sólo son dos cosas entre muchas otras: mujer, madre, maestra… Y, aunque hay mucha presión para que escoja una u otra identidad, no lo puedo hacer. Además, no es necesario. Me he dado cuenta de que lo importante es estar cómoda en medio de esa complejidad; de lo contrario estamos dividiendo el mundo en dicotomías falsas.

Pero, paradójicamente, ¿no es en el mundo de la globalización donde somos más ignorantes de las culturas, costumbres y tradiciones de los demás?

Sí, pero hay muchas razones para la esperanza. En realidad, la historia del mundo nos muestra muchos ejemplos de esta mezcla cultural, muchos puntos de intersección. Y, en las sombras de conflicto y violencia, encontramos que la idea de cultura propia y pura es un mito. Entre cuentos y literatura, podemos descubrir la verdad: que las culturas diferentes son solamente diferentes maneras de ser humanos.

Entre la ignorancia y la manipulación, la religión musulmana es una de las que peor paradas ha salido. ¿Cuáles son las mentiras más flagrantes que ha oído sobre ella?

Yo pienso que las peores manipulaciones del Islam son las que han hecho algunos musulmanes contra otros, los que usan el idioma de la religión para expresar ideas políticas. En el Islam no se permite involucrar a no combatientes en la guerra. Sin embargo, vemos cómo una minoría utiliza el enojo y el resentimiento, justificados o no, para cometer actos de violencia contra otros musulmanes no combatientes. La mayoría de las víctimas de esa violencia, y esto a veces lo olvidamos, son del mundo musulmán, pero también hay gente de otros lugares y de otras religiones. Además, están los derechos de la mujer, que se interpretan de una manera y con un espíritu que va contra el mensaje real de esta religión. Por otro lado, hoy es fácil culpar al Islam de cualquier injusticia y se olvida que todas las religiones se han usado de la misma manera.

IDEAS UNIVERSALES

Hablando de la mujer, en su libro, protagonizado por mujeres, las costumbres de la religión musulmana están muy templadas, pero existe también otra realidad. ¿Por qué elude la otra cara del asunto?

No estaba ignorando la otra parte a propósito. Sólo estaba representando la parte con la que yo me sentía más familiarizada, dentro del contexto de esa familia. Las realidades brutales e injustas existen, por supuesto, para muchas mujeres, pero también hay una tendencia general a mostrar sólo la parte más sensacionalista. Esa realidad brutal se muestra hoy como la experiencia de todas las mujeres de esta cultura, pero no es así para todas.

¿Cree que cuando su hijo crezca los prejuicios contra su religión habrán ya desaparecido?

Espero que sí. Pero no lo sé. Hay muchas razones para tener esperanza, pero también tenemos mucha responsabilidad y mucho que trabajar.

Con el viaje al pasado de la familia protagonista, usted repasa la historia de su pueblo…

Sí, quería explorar y recuperar para entender y compartir esa memoria.

De la misma forma, dibuja también un retrato del mundo de hoy. ¿Era otro de sus objetivos?

No. Mi meta era contar la historia de una familia, no la de representar a todas las familias de esta clase, ni, por supuesto, la situación del mundo. Porque la realidad del mundo depende del lugar desde el que se mire. Por conocer una persona de España, no puedo decir que conozco toda la cultura del país. Sin embargo, sí puedo describir a una persona, a una familia, tener empatía con ésta… y eso nos ayuda a desarrollar el entendimiento y la complejidad del tema. Al intentar compartir una mirada, espero contribuir al retrato total.

Viaja a menudo a Pakistán. ¿Qué cambios ha visto allí?


La brecha entre los que tienen y los que no tienen está creciendo, se advierte mucho en cómo viven y en las oportunidades que hay para unos y no para otros. Lo que más me molesta es que pensemos que podemos resolver problemas muy complejos con las armas y la guerra.

¿Ha sentido alguna vez deseos de regresar a la tierra de su familia y contribuir a su progreso?

Sí, lo he considerado, pero la verdad es que también me siento una extraña en aquella tierra. Tal vez, la mejor forma de progreso sólo se pueda realizar desde dentro.

El enfrentamiento entre las hermanas, una muy religiosa con otra más rebelde, ¿es una manera de expresar sus propias contradicciones?

Sí. Muchos me preguntan ahora si tengo una hermana o no, porque quieren confirmar que mi familia es el modelo para la de la novela. Pero la realidad es que las dos hermanas representan los dos lados de mí misma.

Como su protagonista, ¿cree en las emociones, la lealtad y el amor por encima de políticas y religiones?

Creo que sí. La religión, la identidad y la política son sólo maneras diferentes de ser humanos. Pero los ideales del amor, la lealtad, el cariño son universales y no importa quién eres para poder entender esas verdades.

Su novela ha sido un éxito. ¿El carácter universal de los conflictos de los inmigrantes de segunda generación ha contribuido a ello?

No sé. La historia de los Estados Unidos es una historia de inmigración. Todas las generaciones han tenido que definir esta experiencia en su propia época y al hacerlo, se han construido historias singulares…

¿La acogida del libro la ha animado a escribir un segundo?

Sí. Será una reunión entre Este y Oeste, de dos familias, una cristiana y una musulmana, que están conectadas de una manera que no sabían.