Wu Ming. La máquina de crear mundos


GUILLERMO ZAPATA y ÁNGEL LUIS LARA
Ladinamo



Muchos se preguntaban qué había sido de Luther Blisset, el colectivo de escritores que sorprendió al mundo editorial europeo hace unos años con la novela Q (Mondadori, 2000). Para empezar cambiaron de seudónimo: desde 2003 firman como Wu Ming (“sin nombre” en chino). Tras publicar 54 (Mondadori, 2003), vuelven a la carga con una nueva novela: Manituana (Einaudi, 2007).

Vuestro nuevo proyecto es una trilogía en torno a la Revolución Americana. ¿Cómo surgió la idea?

Nunca hemos escrito un libro igual al anterior. En cada uno de nuestros proyectos nos cuestionamos nuestro propio método de trabajo colectivo. Teníamos en mente una novela ucrónica (“qué hubiera ocurrido si...”) que se desarrollase en la Norteamérica de la segunda mitad del siglo XIX, dentro de un continuum temporal en el que la Revolución Americana aún no habría tenido lugar. Sin embargo, finalmente decidimos transformar la ucronía en una novela histórica aparentemente no ucrónica ambientada en el periodo de la revolución. Queríamos contar los hechos adoptando un punto de vista heterodoxo: el de los indios iroqueses, la Liga de las Seis Naciones o Haudenosauneo, cuyo significado es “el pueblo que construye casas largas”. La pregunta de la que hemos partido es precisamente la que América se ha hecho tras el 11-S: ¿por qué nos odian? Inicialmente el libro tenía tres tramas diferentes, pero nos dimos cuenta de que era imposible gestionar todo ese material, así que cada una de esas tramas se ha convertido en el episodio de una trilogía. Manituana es el primer volumen.

Os habéis tomado unos años antes de editar este nuevo trabajo...

En Manituana hay una frase, casi un aforismo: “Cuando todo ocurre rápidamente, aprende a ser lento”. Trabajamos y razonamos con una perspectiva de largo plazo, hacemos proyectos a varios años vista. El Luther Blissett Project fue un plan quinquenal (1994-1999). Más tarde llegó una primera fase de desarrollo de Wu Ming, que va desde Asce di guerra a las novelas que escribimos individualmente, pasando por 54. Después nos hemos dado un periodo sabático, dos años en los que no hemos aparecido en público y nos hemos centrado en trabajar en Manituana. La verdad es que no tenemos prisa, es siempre una mala consejera. Nos gusta la historia de la civilización y entendemos nuestro trabajo en continuidad con el de los antiguos narradores y chamanes. Nos vemos en movimiento, insertos en un largo arco temporal que va del neolítico a nuestros días.

Habéis traducido al castellano los relatos paralelos que han ido apareciendo como "aproximaciones" a Manituana. ¿Con qué intención nacen? ¿Cómo se relacionan con el resto de la obra?

Estos relatos han ido apareciendo en nuestra página web desde diciembre de 2005 a marzo de este año. El objetivo es “construir mundos” y hacer salir el libro del propio libro. Pretendemos que tanto Manituana como el conjunto de la trilogía de la que forma parte sean únicamente el núcleo duro de una gran nebulosa transmediática formada por muchos relatos “laterales”, dramatizaciones, digresiones, imágenes, sonidos y construcciones colectivas. La página web que habéis preparado sobre la novela es de lo más completo que hemos visto en mucho tiempo, ¿Qué relación buscáis entre el texto del libro y la propia web? Nos gusta contar historias que exploren mundos, mitos, posibilidades. Un universo narrativo puede tener muchas entradas: al escribir una novela se privilegia una de ellas, pero eso no implica forzosamente la exclusión de las demás. Además, un universo narrativo necesita de cerebros como una planta necesita de agua. Por eso no se trata solamente de vender miles de copias de la novela, lo más importante es hacerla vivir, crecer, fructificar. Para eso sirven los proyectos de colaboración que activamos: se pueden escribir relatos, producir sonidos, dibujar ilustraciones. Si pensamos que hombres y mujeres juntos pueden mejorar el mundo, entonces debemos hacer lo posible para que los lectores puedan mejorar nuestro universo de historias.

El libro sale al mercado con una licencia Creative Commons. En ese sentido, seguís fieles a vuestra apuesta por la llamada “cultura libre”. ¿Cómo veis la evolución del movimiento en los últimos años?

Las experiencias empiezan a multiplicarse. Otros autores han adoptado fórmulas copyleft para sus textos. Todas las grandes editoriales italianas han publicado materiales con licencias de este tipo. El suplemento literario de La Stampa, un gran periódico de tirada nacional en nuestro país, sale cada semana con un epígrafe de ese tipo y en formato PDF accesible desde la web del diario. El próximo paso debería venir de los editores, algunas colecciones podrían proponer a los autores la publicación de sus materiales con licencia Creative Commons y, solamente en caso de rechazo, licenciarlos a través del copyright tradicional.

En los últimos dos años los textos explícitamente políticos ligados a prácticas concretas de los movimientos sociales, como los que dedicasteis a las movilizaciones de Génova contra el G8 o la gran manifestación de Florencia en el primer Foro Social Europeo, han ido desapareciendo de vuestra producción literaria. ¿Qué ha sido de esas narraciones a pie de calle?

Solamente un escritor separado de la realidad puede ser ajeno a las transformaciones sociales y políticas que lo rodean. Lo cierto es que los movimientos sociales viven fases alternas, de emergencia y visibilidad primero, de inmersión y sedimentación más tarde. Ahora estamos en una de esas fases de segundo tipo, que no se caracteriza tanto por las manifestaciones oceánicas y la participación “concentrada”, cuanto por la difusión subterránea y el conflicto localizado. Es el momento en el que tiene mayor importancia hacer bien el propio trabajo, entendido como producción y construcción de imaginarios. En 2003, al día siguiente de la invasión de Irak, publicamos un texto titulado “Bush perderá la guerra”. Después nos encerramos en el laboratorio Wu Ming durante tres años, para idear el proyecto narrativo más ambicioso que hemos emprendido, que nos llevará seguramente hasta 2011 y cuyo primer paso es Manituana. Ha sido un período duro en el que no sólo hemos reflejado las reflexiones sobre lo que estaba ocurriendo en el mundo en nuestro boletín telemático (Giap), sino que han confluido en la propia narración en la que estábamos trabajando. Hoy Bush está perdiendo la guerra y nosotros resurgimos con la primera novela de una trilogía dedicada a América. Manituana aborda precisamente el tema de la guerra, de la guerra americana en particular, a partir de sus orígenes.