La supervivencia de la editorial independiente, Lengua de trapo.

Para algunos, son las responsables de la 'última narrativa española'. Otros opinan que la literatura española 'no interesa'. 'Apostar por escritores noveles no es fácil', afirman desde Candaya. Lengua de Trapo defiende que su fuerte es el hallazgo de nuevos talentos

KARINA SAINZ BORGO
El Mundo




Finales de los 80. Arturo Pérez Reverte publicaba su primera novela y Javier Marías se alzaba con el Herralde. El país comenzaba una cosecha de narradores para su propia democracia. Y fueron sellos como Anagrama, Seix Barral o Tusquets quienes recogieron sus voces. España estrenaba libertades. El libro no permaneció inmune al contagio. Desde finales de 1980 hasta 2008, la edición se duplicó al pasar de 39.000 a más de 70.500 títulos. Al margen de la consolidación surgió, también, un archipiélago de sellos dispuestos a tomarle la palabra a consagrados, traducciones y 'best-sellers'.

Desde la aparición de la editorial Lengua de Trapo, en 1995, surgieron otras como DVD (1996), Bartleby Editores (1998), Candaya (2004), Berenice (2005) o Caballo de Troya (2004), recientemente incorporada a Mondadori. Para algunos, a éstas se debe la configuración de una llamada 'última narrativa española'; otros, en cambio, son cautos a la hora de atribuir méritos y definir alcances. "A la sociedad española no le interesa la literatura española. Vive de traducciones de autores extranjeros", dice Sergio Gaspar, director de DVD, la editorial que dio a conocer novelas rompedoras como 'Magia', de Manuel Vilas, o 'La fiesta del asno', de Juan Francisco Ferré.

Para muchos, entre ellos Gaspar, no basta con defender una forma de editar, sino de ponerla en práctica. "Ser independiente no tiene que ver con el tamaño, significa ir en contra de la corriente establecida. El problema no es ser pequeño y que los otros sean grandes, el problema es ser verdaderamente independiente", fustiga Gaspar. La mayoría de las editoriales surgidas en los 90 se propusieron publicar autores que se habían vuelto prácticamente invisibles para los grandes editores. Desde entonces, lo que parecía una tendencia se convirtió en cruzada.

Olga Martínez, de Candaya, admite que "apostar por escritores noveles o por un tipo de literatura diferente no es fácil, y menos para las grandes editoriales que esperan beneficios económicos inmediatos". De ahí, según ella, que "la labor de vanguardia recaiga en las editoriales independientes". Sobre el mismo tema, y bastante más pesimista al respecto, Sergio Gaspar remata: "A la sociedad española le basta reconocerse en los autores ya consagrados. No necesitan, ni quieren la renovación".

A la periferia editorial de estos sellos y la tendencia conservadora del mercado, se suma un hecho distinto. "Suele suceder así: un editor pequeño apuesta por un escritor desconocido y cuando un libro suyo tiene éxito llega una editorial más fuerte y se lleva a ese escritor". Diego Moreno, de Nórdica Libros, no sabe si es o no una práctica criticable, de lo que sí está seguro es de cuánto les afecta.

Para Lengua de Trapo, en cambio, lo que realmente importa es la calidad: "Tenemos vocación por descubrir talentos, y esa es una tarea que hacemos mejor que los grandes grupos, porque estamos pegados a la tierra", dice Ignacio Virgilito, representante de la editorial.

El círculo vicioso de la vida editorial

La caza de nuevos autores, a la manera de un fichaje literario, ha tenido algunos episodios. El más reciente de ellos ocurrió con 'Nocilla dream' (Candaya), de Agustín Fernández Mallo. Una literatura supuestamente desenfada y 'afterpop' fue bautizada por la prensa como 'Generación Nocilla', una etiqueta que disparó la popularidad del autor, quien pasó a editar después 'Nocilla Experience', esta vez con Alfaguara.

Olga Martínez reconoce "las ofertas desorbitadas de las grandes editoriales para captar a los que antes habían ninguneado", pero asume que "la ecuación se cierra con la editorial pequeña, que tiene que volver a empezar de cero". Fernández Mallo, en cambio, atribuye su caso a la suerte y lo que "supone" obedece "también a la calidad del libro".

Críticos y escritores no llegan a un acuerdo. Autores como Jordi Carrión sostienen la importancia de determinados sellos en la configuración de una narrativa española, pero con matices: "El fenómeno de la última narrativa española se explica por Internet. Los diálogos más importantes se han dado por mail o en blogs".

Blogs aparte, otros como el murciano Javier Moreno, autor de 'Click' (2008), consideran que las editoriales independientes han sido decisivas para dar conocer a un grupo de nuevos creadores. "En los 90 sorprendía la aparición de autores muy jóvenes y completamente desconocidos en editoriales señeras, algo inconcebible en nuestros tiempos, en los que la apuesta editorial parece haberse hecho más conservadora".

En España circulan hoy más de 350 millones de libros, tres veces el volumen desde 1980, y mientras la crisis y el libro digital oscurecen el mercado, en especial el que se precia de independiente, los editores siguen dispuestos a recoger y subir el volumen a las voces que sean necesarias.

Sobre los premios y otras contradicciones nacionales

Un grupo de editoriales unidas en el proyecto Contexto recibió el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008, concedido por el Ministerio de Cultura. A este colectivo pertenecen las editoriales Libros del Asteroide, creada en 2005 con la intención de traducir y difundir autores extranjeros en España; la catalana Barataria, especializada en libros artesanales; Global Rhythm; Impedimenta; Sexto Piso; Periférica, creada en 2006 con un amplio catálogo de traducciones, clásicos y autores hispanoamericanos, así como Nórdica, dedicada a la traducción de autores de los países bajos. Julián Rodríguez, editor de Periférica, se muestra optimista.

El premio es estímulo para lo que él denomina "una manera de editar". Aún así, hay quienes, como Sergio Gaspar, no terminan de comprender el porqué del reconocimiento. "Estas editoriales publican traducciones, recuperaciones de clásicos, pero ninguna de ellas publica narrativa española y sin embargo han recibido el Premio a la mejor labor editorial, de lo cual se entiende que la mejor labor editorial es no publicar literatura española".