Negro, castizo y cargado de alcohol (y no es un carajillo)


TIPOS INFAMES
Soitu




No cabe duda que José María Mijangos es un tipo infame, un escritor que nunca pedirá perdón por divertirse escribiendo ni por pretender entretener a quienes se asoman a sus libros. No esperen de él una procelosa inmersión en los laberintos de la memoria a través de una tórrida historia incestuosa durante la Guerra Civil o algo por el estilo. No, no lo esperen porque lo suyo es otra cosa.

Lo suyo es seguir el rastro de los grandes humoristas españoles del siglo pasado: Poncela, Neville, Azcona... esos que todo el mundo cita y nadie lee. Tampoco lo vayan a buscar en la terraza del Círculo de Bellas Artes o en las cocktelerías de moda porque él estará tomando calle o fatigando algún tugurio cerca de Bravo Murillo atento a las conversaciones de la parroquia. Es precisamente ahí donde Mijangos encuentra a muchos de sus personajes, esas figuras paranormales que pueblan su 'Curso de asesinos por correspondencia' (RBA) o su 'Braille para sordos' (Martínez Roca).

Pongamos que a todo lo que llevamos dicho hasta ahora se le añade la mala leche de un Martin Amis cabreado y un puñado de buenos vinilos para hacernos mover los pies mientras leemos la divertida historia de Cleophus Taylor Porter, (a.k.a. Cleofás Brown) de oficio reponedor y perdedor a tiempo parcial. A pesar de las apariencias el protagonista de esta obra conoció una vida mejor... 'Soul Man' (Lengua de Trapo) es la peripecia de aquellos años.

Unido a una singular familia el joven Cleophus tiene la suerte de aterrizar en medio del Madrid desarrollista de los sesenta dejando atrás su Memphis natal. Pero es que por momentos el joven afroamericano tendrá la impresión de haber aterrizado en otro planeta, o por lo menos tendrá que hacer bueno aquello tan manido de 'Spain is different'. Aquí no hay clubs de alterne como en la calle Beale, bourbon adulterado y solitarios bluesmen aullando a la luna... aquí lo que se llevaba era el copazo de Licor 43 en la calle Ballesta mientras sonaba lo último de Luis Aguilé y los músicos debían ganarse las habichuelas en interminables giras por Motilla del Palancar, Las Pedroñeras u Orejilla del Sordete retransmitidos por Radio Juventud y patrocinados por El Corte Inglés. No es extraño que el tema que habría de lanzar al estrellato (y estrellando finalmente) a Cleophus se titulara 'Soy distinto' con el que lograría desbancar del número uno a los mismísimos Bravos de Mike Kennedy y llegar hasta Carnaby con un trasbordo en El Pardo.

Mijangos ha puesto de nuevo a trabajar su mojo y nos ha regalado una historia hilarante repleta de humor negro como la pez. Un libro repleto de guiños por el que desfilan figuras de la talla de Ray Charles, Sam Cooke, Otis Redding, Fernando Arbex, los Fab Four de Liverpool, Ray Davies, Jimi Hendrix... y toda una serie de músicos que bebieron, sin dar las gracias tras apurar el vaso, de la inagotable fuente de Mad Dog Rufus, el mayor hijo de puta (con perdón) y la mejor mano en aquel lado del Mississippi, y su hijo, el bueno de Cleophus, que no le va a la zaga en talento ni en otros aspectos (no les queremos pedir perdón de nuevo). Con todo esto no es de extrañar que haya entusiasmado a alguien tan poco dado al halago como Diego Manrique.

Esa confluencia de casticismo matritense y ritmos negros está presente en el mismo lenguaje que emplea Mijangos para contarnos el Madrid de aquellos años: hurgamandera, fámula, fazoleto, afiluchar, cogotudo, descuidero, monario... puede que al leerlo arquee la ceja, que en ocasiones no lo entienda o que directamente estas palabras no aparezcan en su diccionario, pero lo que le podemos garantizar es que van a aprender un par de tacos nuevos, así que no me sea cagapoquito y acuda a su librería. Quién sabe... puede que allí tenga una agradable sorpresa.