En esta entrega, y con la muerte de la compositora Ellie Greenwich como excusa, Adrian Vogel recupera el legado de aquellas mujeres que, a finales de los años 50, cambiaron el destino del pop estadounidense con sus composiciones: la propia Greenwich, Carole King y Cynthia Weill
ADRIÁN VOGEL
Efe eme
El reciente fallecimiento de Ellie Greenwich [en la foto] me ha recordado la excelente y excitante música que se produjo en Estados Unidos a principios de la década de los 60, del siglo pasado. Las necrológicas han recordado sus clásicos, compuestos a medias con su entonces marido Jeff Barry y también con Phil Spector. Joyas del pop de todos los tiempos como ‘Da Doo Ron Ron’ (The Crystals), ‘Baby, I Love You’ (The Ronettes), ‘Be My Baby’ (The Ronettes), ‘Chapel Of Love’ (para The Ronettes y número uno con The Dixie Cups), ‘Do Wah Diddy Diddy’ (The Exciters, aunque el éxito fue con la versión de Manfred Mann), ‘Hanky Pank’ (para su grupo The Raindrops pero nº1 con Tommy James and The Shondells), ‘Leader Of The Pack’ (The Shangri-Las), ‘River Deep – Mountain High’ (Ike & Tina Turner) o ‘Then He Kissed Me’ (The Crystals). Sinfonías pop que han sido versionadas a lo largo del tiempo (The Ramones, Freddie Mercury, The Beach Boys, Bette Midler, Elton John, etc.).
Hay otra faceta menos conocida de la vibrante Greenwich: su capacidad ejecutiva tanto como arreglista, productora y cazatalentos. Fue ella quien descubrió a Neil Diamond y le gestionó su contrato discográfico con Bang Records (la misma compañía que fichó a Van Morrison tras su salida de Them), produciendo sus primeras grabaciones. También le dio su primera oportunidad al gran Jimmy Iovine. Por su parte otro grande como Jerry Wexler la fichó para Atlantic Records después de su trabajo arreglando los coros del ‘Chain Of Fools’ de Aretha Franklin (canción que recientemente Christophe Magny eligió para la serie “Un siglo de canciones”).
Mucho se ha escrito sobre el Brill Building de Nueva York. Edificio que durante décadas alojó a las principales editoriales musicales. Y por tanto a los compositores que definieron varios periodos de la música popular norteamericana. Desde los primeros éxitos de la era de las Big Band hasta el “summer of love”, cuando la mayoría de los artistas ya componían sus propias canciones. Un mundo que entre bambalinas era eminentemente masculino. Tanto en los puestos ejecutivos como en los creativos (músicos, productores, arreglistas, autores).
Rose Marie McCoy era la excepción que confirmaba la regla. Sus canciones tuvieron una gran influencia en las décadas de los 50 y 60. Artistas como Elvis Presley, Ike & Tina Turner (su primer hit), Nat King Cole, Big Maybelle, Aretha Franklin, Big Joe Turner, Sarah Vaughan, Jimmy Scott, Dizzy Gillespie, Les Paul & Mary Ford, Linda Ronstadt, James Taylor, etc. han grabado alguna de sus más de 800 canciones, que abarcaban todos los estilos. Desde el rythm&blues hasta el country. Esta dama del sur –Arkansas– rompió dos barreras. La racial fue una. Y como mujer tuvo que hacerse un hueco entre productores, promotores, pianistas, etc. para ser escuchada. Era un mundo de hombres y en ambos casos tuvo que luchar duro para ser aceptada.
Ellie Greenwich, Carole King y Cynthia Weill le deben mucho a la McCoy. Las tres aterrizaron en el edificio Brill del 1619 de Broadway por las mismas fechas. Fueron fichadas –a finales de los 50– para la editorial de Don Kirschner, Aldon Music. La King era la más experimentada por su antigua relación sentimental con Neil Sedaka (ella es la Carol de ‘Oh Carol’), quien fue el primer fichaje de Aldon. Y eran Carole y Ellie las que más interés pusieron en aprender los trucos y técnicas de grabación, involucrándose en los arreglos y producción de sus canciones. Ellas sabían como querían que sonasen.
Cuentan que Jerry Leiber (de Leiber y Stoller, los creadores de tantos clásicos del rock&roll) estaba buscando a Carole King. Y al escuchar un piano entró en la sala pensando que la iba a encontrar ahí. Pero era Ellie Greenwich. Se presentaron y ella le contó que escribía canciones. Avisaron a Mike Stoller e interpretó sus temas. Se pusieron de acuerdo. Trio Music (la editorial de Leiber & Stoller) se garantizó una primera opción sobre sus obras, a cambio de poder usar sus estudios. Y después ya la contrataron como parte de su elenco de autores.
Después de la “British Invasion” –encabezada por los Beatles– y con ‘Chapel Of Love’ en el nº 1 de las listas (el primer disco editado por Red Bird Records la compañía formada por Jerry Leiber y Mike Stoller con George Goldner) contrataron a EG como productora para el recién estrenado sello. No en vano tanto ella como Jeff Barry y Phil Spector eran los únicos capaces de destronar a The Beatles de la cima de las listas USA. En otras palabras, también fue una de las primeras mujeres en dirigir grabaciones. Primero fue pionera como autora de hits pop y ahora lo era como productora. Otra área reservada sólo para hombres. “Los hombres tenían dificultades aceptando la dirección de una mujer… Para mí era difícil saber si me tomaban en serio o escuchar sus chistes… Pero a veces me aprovechaba de ello. Podía usar mi feminidad. Mi madre me aconsejaba y me decía que cuando entrase en el estudio tenía que cambiar mi actitud e imaginarme que todos estaban desnudos. Así que me convertí en uno de los chicos. Contaba algún chiste. Me compré un lápiz de labios con forma de pene y me pintaba. Se mondaban de risa y se rompía el hielo.”
‘Will You Love Me Tomorrow?’, ‘Up On The Roof’, ‘(You Make Me Feel Like) A Natural Woman’ y ‘The Loco-Motion’ son las más conocidas de Carole King de esa época. ‘You’ve Lost That Loving Feeling’, ‘On Broadway’, ‘Uptown’, ‘Blame It On The Bossa Nova’ y ‘We Gotta Get Out of This Place’ las de Cynthia Weil.
Greenwich, King y Weil compartían su trabajo con sus parejas sentimentales (Jeff Barry, Gerry Goffin y Barry Mann respectivamente). La presión era enorme. Carole King recordaba en el libro “The Sociology Of Rock” de Simon Frith: “Donny –Kirshner– provocaba la competencia entre los compositores. Nos decía que necesitaba un pelotazo inmediatamente. Lo escribíamos y al día siguiente cada uno se lo presentábamos al productor de Bobby Vee. Estabas en tu cubicuelo, con el piano ocupando todo el espacio, y escuchabas al de al lado, quien estaba creando algo muy similar a lo tuyo.”
Weil no se divorció como sus dos compañeras. Se mudó con Mann a la Costa Oeste donde continuó componiendo pop y bandas sonoras (recordando sus inicios como bailarina y actriz).
Carole King se reinventó como cantautora, adaptándose a los nuevos tiempos. Su álbum “Tapestry” es una de las obras maestras de todos los tiempos y ‘You’ve Got A Friend’ su máximo exponente.
Greenwich sacó discos en solitario pero nunca logró el éxito esperado. Se mantuvo en activo pero sin el lustre anterior. Hasta que en Broadway se montó un musical sobre su obra. Era “Leader Of The Pack”, como uno de sus grandes éxitos. Escribían en su necrológica en Los Angeles Times: “las voces para las que componía, jóvenes y casi siempre femeninas, eran naturales. Pertenecían a los adolescentes que habrían de cambiarlo todo”. Ese era también el espíritu del musical, donde la rendían homenaje –en vida– como la líder de la panda.
Los tiempos de King, Greenwich y Weill, los diez años que van desde 1958, fueron momentos irrepetibles en EE.UU. Sobre todo si eras una mujer joven. El ambiente estaba cargado de rock and roll, se avecinaba la contracultura, los aires de cambio social florecían, el movimiento de los derechos civiles estaba en marcha así como la revolución sexual y el movimiento de liberación de la mujer. Y ellas tres compusieron la banda sonora de esa época.
Hay otra faceta menos conocida de la vibrante Greenwich: su capacidad ejecutiva tanto como arreglista, productora y cazatalentos. Fue ella quien descubrió a Neil Diamond y le gestionó su contrato discográfico con Bang Records (la misma compañía que fichó a Van Morrison tras su salida de Them), produciendo sus primeras grabaciones. También le dio su primera oportunidad al gran Jimmy Iovine. Por su parte otro grande como Jerry Wexler la fichó para Atlantic Records después de su trabajo arreglando los coros del ‘Chain Of Fools’ de Aretha Franklin (canción que recientemente Christophe Magny eligió para la serie “Un siglo de canciones”).
Mucho se ha escrito sobre el Brill Building de Nueva York. Edificio que durante décadas alojó a las principales editoriales musicales. Y por tanto a los compositores que definieron varios periodos de la música popular norteamericana. Desde los primeros éxitos de la era de las Big Band hasta el “summer of love”, cuando la mayoría de los artistas ya componían sus propias canciones. Un mundo que entre bambalinas era eminentemente masculino. Tanto en los puestos ejecutivos como en los creativos (músicos, productores, arreglistas, autores).
Rose Marie McCoy era la excepción que confirmaba la regla. Sus canciones tuvieron una gran influencia en las décadas de los 50 y 60. Artistas como Elvis Presley, Ike & Tina Turner (su primer hit), Nat King Cole, Big Maybelle, Aretha Franklin, Big Joe Turner, Sarah Vaughan, Jimmy Scott, Dizzy Gillespie, Les Paul & Mary Ford, Linda Ronstadt, James Taylor, etc. han grabado alguna de sus más de 800 canciones, que abarcaban todos los estilos. Desde el rythm&blues hasta el country. Esta dama del sur –Arkansas– rompió dos barreras. La racial fue una. Y como mujer tuvo que hacerse un hueco entre productores, promotores, pianistas, etc. para ser escuchada. Era un mundo de hombres y en ambos casos tuvo que luchar duro para ser aceptada.
Ellie Greenwich, Carole King y Cynthia Weill le deben mucho a la McCoy. Las tres aterrizaron en el edificio Brill del 1619 de Broadway por las mismas fechas. Fueron fichadas –a finales de los 50– para la editorial de Don Kirschner, Aldon Music. La King era la más experimentada por su antigua relación sentimental con Neil Sedaka (ella es la Carol de ‘Oh Carol’), quien fue el primer fichaje de Aldon. Y eran Carole y Ellie las que más interés pusieron en aprender los trucos y técnicas de grabación, involucrándose en los arreglos y producción de sus canciones. Ellas sabían como querían que sonasen.
Cuentan que Jerry Leiber (de Leiber y Stoller, los creadores de tantos clásicos del rock&roll) estaba buscando a Carole King. Y al escuchar un piano entró en la sala pensando que la iba a encontrar ahí. Pero era Ellie Greenwich. Se presentaron y ella le contó que escribía canciones. Avisaron a Mike Stoller e interpretó sus temas. Se pusieron de acuerdo. Trio Music (la editorial de Leiber & Stoller) se garantizó una primera opción sobre sus obras, a cambio de poder usar sus estudios. Y después ya la contrataron como parte de su elenco de autores.
Después de la “British Invasion” –encabezada por los Beatles– y con ‘Chapel Of Love’ en el nº 1 de las listas (el primer disco editado por Red Bird Records la compañía formada por Jerry Leiber y Mike Stoller con George Goldner) contrataron a EG como productora para el recién estrenado sello. No en vano tanto ella como Jeff Barry y Phil Spector eran los únicos capaces de destronar a The Beatles de la cima de las listas USA. En otras palabras, también fue una de las primeras mujeres en dirigir grabaciones. Primero fue pionera como autora de hits pop y ahora lo era como productora. Otra área reservada sólo para hombres. “Los hombres tenían dificultades aceptando la dirección de una mujer… Para mí era difícil saber si me tomaban en serio o escuchar sus chistes… Pero a veces me aprovechaba de ello. Podía usar mi feminidad. Mi madre me aconsejaba y me decía que cuando entrase en el estudio tenía que cambiar mi actitud e imaginarme que todos estaban desnudos. Así que me convertí en uno de los chicos. Contaba algún chiste. Me compré un lápiz de labios con forma de pene y me pintaba. Se mondaban de risa y se rompía el hielo.”
‘Will You Love Me Tomorrow?’, ‘Up On The Roof’, ‘(You Make Me Feel Like) A Natural Woman’ y ‘The Loco-Motion’ son las más conocidas de Carole King de esa época. ‘You’ve Lost That Loving Feeling’, ‘On Broadway’, ‘Uptown’, ‘Blame It On The Bossa Nova’ y ‘We Gotta Get Out of This Place’ las de Cynthia Weil.
Greenwich, King y Weil compartían su trabajo con sus parejas sentimentales (Jeff Barry, Gerry Goffin y Barry Mann respectivamente). La presión era enorme. Carole King recordaba en el libro “The Sociology Of Rock” de Simon Frith: “Donny –Kirshner– provocaba la competencia entre los compositores. Nos decía que necesitaba un pelotazo inmediatamente. Lo escribíamos y al día siguiente cada uno se lo presentábamos al productor de Bobby Vee. Estabas en tu cubicuelo, con el piano ocupando todo el espacio, y escuchabas al de al lado, quien estaba creando algo muy similar a lo tuyo.”
Weil no se divorció como sus dos compañeras. Se mudó con Mann a la Costa Oeste donde continuó componiendo pop y bandas sonoras (recordando sus inicios como bailarina y actriz).
Carole King se reinventó como cantautora, adaptándose a los nuevos tiempos. Su álbum “Tapestry” es una de las obras maestras de todos los tiempos y ‘You’ve Got A Friend’ su máximo exponente.
Greenwich sacó discos en solitario pero nunca logró el éxito esperado. Se mantuvo en activo pero sin el lustre anterior. Hasta que en Broadway se montó un musical sobre su obra. Era “Leader Of The Pack”, como uno de sus grandes éxitos. Escribían en su necrológica en Los Angeles Times: “las voces para las que componía, jóvenes y casi siempre femeninas, eran naturales. Pertenecían a los adolescentes que habrían de cambiarlo todo”. Ese era también el espíritu del musical, donde la rendían homenaje –en vida– como la líder de la panda.
Los tiempos de King, Greenwich y Weill, los diez años que van desde 1958, fueron momentos irrepetibles en EE.UU. Sobre todo si eras una mujer joven. El ambiente estaba cargado de rock and roll, se avecinaba la contracultura, los aires de cambio social florecían, el movimiento de los derechos civiles estaba en marcha así como la revolución sexual y el movimiento de liberación de la mujer. Y ellas tres compusieron la banda sonora de esa época.