Con «Tommy» y «Quadrophenia», The Who aproximan la ópera rock al gran público. Lideran, junto con otras bandas, los años más intensos del movimiento mod. Prestan «Baba O'Riley» para el inicio de «CSI: Nueva York» y dejan, entre otros, «The Who. Maximum R&B Live», como vigoroso documento visual en directo
PABLO CABEZA
Gara
The Who no alcanzan la notoriedad universal de sus coetáneos The Rolling Stones o The Beatles, quizá por ser más rockeros, salvajes y dramáticos, quizá porque los grandes debían ser dos o porque sus canciones representan el punk de la época. Sin embargo, en 1967 son invitados al primer festival multitudinario de la historia, Monterrey Pop, California, 1967, donde Jimi Hendrix, influido por el Who Pete Townshend, quema en escena su guitarra. Asimismo, The Who participan dos años más tarde en el festival Woodstock. Los británicos habían conquistado EEUU antes que su propio país, Gran Bretaña. Además, la famosa serie de televisión CSI, ha utilizado varias veces a The Who como sintonías, con canciones como «Baba O'Riley» o «Join together».
Roger Daltrey nace en 1944 en Hammersmith, Londres. De los futuros The Who, será el único que provenga de familia de clase trabajadora baja. La metalurgia londinense, al igual que otros pueblos del Reino Unido, ofrece empleos para reconstruir un país golpeado por las bombas de la II Guerra Mundial. Daltrey termina sus estudios primarios y comienza a trabajar en una cadena de montaje. No obstante, desde niño siente atracción por la música y aunque en su familia no existen antecedentes, a él le da por la guitarra y por imitar a los primeros grupos de skiffle, dulce estilo que no encaja en exceso en la vida callejera del futuro vocalista y en su pasado escolar: «Yo me había criado en la calle, en un barrio de golfos, borrachos y ladrones. Desde pequeño aprendí que para que te respeten tienes que saber dar buenas hostias. Todos esos estudiantes eran gente tan estirada, tan pija, que era inevitable no partirles la boca. Ellos lo veían como un acto de delincuencia, pero para mí era lo natural. En mi barrio los problemas se arreglaban a hostias», recuerda Daltrey. Con todo, aprende a tocar la guitarra, forma The Detours y se organiza lo suficientemente bien como para conseguir un pequeño prestigio e, incluso, sacar unas pelas al mes.
John Entwistle llora por primera vez en 1944 en Chiswick, al oeste de Londres. Su padre es funcionario del Ministerio de Hacienda, por lo que puede permitirse una educación de clase media, que incluye estudios de piano y trompeta. En la escuela secundaria coincide en el aula con Pete Townshend, circunstancia que les conduce a una buena amistad, hablar de música y formar un primer grupo de adolescentes inquietos.
Daltrey tiene la oportunidad de ver tocar a John en un club y semanas después, en un encuentro en la calle, le comenta que su banda, The Detours, necesita un bajista y que piensa en él porque le considera muy bueno. John no lo ve nada claro, pero con sus experiencias musicales anteriores no ha conseguido ninguna meta, por lo que días después se presenta en el local de ensayo de Detours y termina aceptando. Definitivamente, le convencen el local de ensayo, bien perpetrado, y el hecho de que la banda ya tenga un pequeño circuito donde les contratan y pagándoles.
Pete Townshend asoma su nariz al mundo desde Chiswick en 1945. Es el único miembro de los Who que crece dentro de un ambiente musical, pues su padre es saxofonista de una banda de jazz formada por antiguos veteranos de la RAF, además, su madre vocalista de una banda llamada The Sydney Torch Orchestra. Curiosamente, lo que cuenta Pete sobre su inclinación por la música no tiene que ver directamente con el aporte familiar, sino con el hecho de desear que la gente se fijara en él por ser un músico más que por su considerable nariz, objeto de bromas en el barrio y en la escuela: «Pensaba que si conseguía hacerme un músico famoso, la gente ya no se fijaría en mi nariz, sino en mis canciones», precisa.
Detours continúa su avance a lo largo de los primeros años sesenta. Se suceden cambios de formación, de managers, de nombre... y el momento decisivo: la cita para ver si les fichaban. Prueba que se produce ante el productor discográfico Chris Parmentier, quien sentencia al final de la actuación que The Who le han gustado y que tienen potencial, pero siempre que cambien de batería. El hecho enfrenta a varios miembros de la banda, pero al final el propio Doug Sandom (el batería cuestionado y amigo) lo entiende y no pone trabas a su sustitución. The Who prueban a varios baterías, hasta que en una actuación en el hotel Oldfield un tipo del público de imagen estrafalaria comienza a gritar que el batería era muy malo y que él era mucho mejor. Pete le reta a que lo demuestre en la segunda parte del show subiendo al escenario. Keith sube, tocan cuatro temas. Moon destroza la batería, enloquece al público y a los propios Who. Keith Moon pasa a ser el nuevo batería de la banda, para lo bueno y para lo malo, pues a sus innegables cualidades como batería habría que añadirle su pasión por el alcohol, sus extravagancias, bromas pesadas, salidas de tono... y muerte. También existe una versión más tenue sobre cómo el batería consigue el puesto, pero resulta demasiado obvia para un tipo que camina por el disparate desde sus años de infancia.
Keith Moon sonríe a todo Wenbley, Londres, en 1947. Desde la escuela, Keith fue un gamberro notable, un chaval capaz de arrojar un cubo de alcohol en la perola de la sopa del comedor del colegio, capaz de disfrazarse de Hitler y parodiarle, dispuesto a reírse de los judíos sin ser antisemita... Todas sus acciones pasan a formar parte del sentido lúdico de la vida, carácter que le conduce a ser el personaje más atractivo y sugerente de The Who, el líder de la banda a pesar de la explosiva forma de tocar la guitarra de Townshend y la personalidad de Daltrey.
Insurrección
El escritor Alain Dister comenta: «En 1964 una nueva clase media con una limitada, pero considerable capacidad de consumo y surgida del boom de nacimientos de postguerra, logró que las calles de Londres se llenaran de miles de jóvenes que en tan solo unos cuantos meses y gracias en particular a los Beatles, se dieron cuenta de la existencia de una cultura nueva creada por y para ellos. El mundo adulto envejece de golpe, y se hace insoportable. Los jóvenes prefieren abandonar los estudios y encontrar cuanto antes un trabajo que satisfaga su delirio de consumo inmediato, y dentro de ese fenómeno, el ejemplo más claro sería el de los mods».
Los mods son chicos de clase media baja, la mayoría sin demasiadas expectativas de futuro, pero convencidos de que pueden proyectar una nueva actitud ante la vida. El mod rechaza el sistema de valores tradicional, propone una ruptura estética (adiós a los rockers y sus reiterativos vaqueros) y social. Sus diversas frustraciones tornan en violencia, pero también, paradójicamente, en una forma de vestir elegante, con gusto. Los rockers representan el pasado, el inmovilismo, el rechazo a los nuevos acordes. Los mod pasan de las glorias tipo Chuck Berry, Jerry Lee Lewis o Gene Vincent, prefieren el ritmo y blues escuchado a máximo volumen y atravesado por un buen puñado de pastillas de ácido.
Pete Meaden, mánager de los Who, resulta ser un personaje astuto y visionario. Entiende que el camino para sus pupilos es acercarse al creciente movimiento mod, por lo que propone que el cuarteto se vista y frecuente el entorno de los «mod-ernos». The Who escuchan a los rockers y los Stones, pero también a The Animal, The Small Faces, Them... por lo que no ven problema alguno en renegar de los rockers y apostar por la renovación. Meaden les viste de forma elegante e influye en el cambio de repertorio, mezclando el ritmo y blues con el pop de Beach Boys o The Shadows, además de las composiciones que van naciendo de la mente de Townshend.
En realidad, durante un pequeño periodo de tiempo, The Who actúan como The High Numbers, por decisión de Meaden, donde Pete ya estrella su guitarra contra el suelo y los amplificadores y Keith patea su batería hasta dejarla en aros.
La música es ya un negocio y existen un buen número de inversores dispuestos a jugarse la pasta por un nuevo grupo. Bajo estas circunstancias, Meaden es apartado del grupo, aunque no sin numerosas discusiones de despacho, acusaciones mutuas y traiciones, y Kit Lambert se hace con el poder. A Kit no le gusta el nombre, The High Numbers, prefiere The Who, como ya se llamaron ocasionalmente. EMI les rechaza, pero Decca dice sí. A finales del 64 «I can't explain» está en la calle y funciona medianamente bien. Con todo, las rencillas entre los miembros de la banda no cesan, en especial entre Roger Daltrey y Pete Townshend, tanto por culpa de las composiciones (ambos querían componer) como por la dirección musical. De hecho, Daltrey no fue partidario de que se grabara el tema «My generation», brutal composición de Pete. Kit Lambert les advierte: «Chicos, el potencial de este grupo se basa en lo que podéis hacer los cuatro juntos, no dos y dos ni tres con uno. Tenéis que sentir las canciones como si fuesen del grupo Who, aunque las escriba Pete, Roger o quien sea. Si no tenéis claro eso, y no sois capaces de transmitir esa pasión a la gente, a vuestros fans, os podéis olvidar de la música e ir pensando en volver a la fábrica». El sermón les pone las pilas, pero no cambian mucho las cosas, pues Pete y Roger siguen discutiendo de continuo en el local de ensayo.
Con todo, cuarenta años después de los primeros disturbios, The Who continúa adelante, pero sin John Entwistle, fallecido en 2002 de un ataque al corazón relacionado con el abuso de drogas, ni de Keith Moon, muerto en 1978 por abuso de pastillas.
En la actualidad la discografía de The Who ha sido reeditada casi en su totalidad. Se puede encontrar tanto a precio económico como en ediciones especiales. Y para verles en directo nada mejor que atrapar la inmediatez y el fuego del doble DVD «The Who. Maximun R&B Live» reeditado este mismo año con mucho material inédito.
Roger Daltrey nace en 1944 en Hammersmith, Londres. De los futuros The Who, será el único que provenga de familia de clase trabajadora baja. La metalurgia londinense, al igual que otros pueblos del Reino Unido, ofrece empleos para reconstruir un país golpeado por las bombas de la II Guerra Mundial. Daltrey termina sus estudios primarios y comienza a trabajar en una cadena de montaje. No obstante, desde niño siente atracción por la música y aunque en su familia no existen antecedentes, a él le da por la guitarra y por imitar a los primeros grupos de skiffle, dulce estilo que no encaja en exceso en la vida callejera del futuro vocalista y en su pasado escolar: «Yo me había criado en la calle, en un barrio de golfos, borrachos y ladrones. Desde pequeño aprendí que para que te respeten tienes que saber dar buenas hostias. Todos esos estudiantes eran gente tan estirada, tan pija, que era inevitable no partirles la boca. Ellos lo veían como un acto de delincuencia, pero para mí era lo natural. En mi barrio los problemas se arreglaban a hostias», recuerda Daltrey. Con todo, aprende a tocar la guitarra, forma The Detours y se organiza lo suficientemente bien como para conseguir un pequeño prestigio e, incluso, sacar unas pelas al mes.
John Entwistle llora por primera vez en 1944 en Chiswick, al oeste de Londres. Su padre es funcionario del Ministerio de Hacienda, por lo que puede permitirse una educación de clase media, que incluye estudios de piano y trompeta. En la escuela secundaria coincide en el aula con Pete Townshend, circunstancia que les conduce a una buena amistad, hablar de música y formar un primer grupo de adolescentes inquietos.
Daltrey tiene la oportunidad de ver tocar a John en un club y semanas después, en un encuentro en la calle, le comenta que su banda, The Detours, necesita un bajista y que piensa en él porque le considera muy bueno. John no lo ve nada claro, pero con sus experiencias musicales anteriores no ha conseguido ninguna meta, por lo que días después se presenta en el local de ensayo de Detours y termina aceptando. Definitivamente, le convencen el local de ensayo, bien perpetrado, y el hecho de que la banda ya tenga un pequeño circuito donde les contratan y pagándoles.
Pete Townshend asoma su nariz al mundo desde Chiswick en 1945. Es el único miembro de los Who que crece dentro de un ambiente musical, pues su padre es saxofonista de una banda de jazz formada por antiguos veteranos de la RAF, además, su madre vocalista de una banda llamada The Sydney Torch Orchestra. Curiosamente, lo que cuenta Pete sobre su inclinación por la música no tiene que ver directamente con el aporte familiar, sino con el hecho de desear que la gente se fijara en él por ser un músico más que por su considerable nariz, objeto de bromas en el barrio y en la escuela: «Pensaba que si conseguía hacerme un músico famoso, la gente ya no se fijaría en mi nariz, sino en mis canciones», precisa.
Detours continúa su avance a lo largo de los primeros años sesenta. Se suceden cambios de formación, de managers, de nombre... y el momento decisivo: la cita para ver si les fichaban. Prueba que se produce ante el productor discográfico Chris Parmentier, quien sentencia al final de la actuación que The Who le han gustado y que tienen potencial, pero siempre que cambien de batería. El hecho enfrenta a varios miembros de la banda, pero al final el propio Doug Sandom (el batería cuestionado y amigo) lo entiende y no pone trabas a su sustitución. The Who prueban a varios baterías, hasta que en una actuación en el hotel Oldfield un tipo del público de imagen estrafalaria comienza a gritar que el batería era muy malo y que él era mucho mejor. Pete le reta a que lo demuestre en la segunda parte del show subiendo al escenario. Keith sube, tocan cuatro temas. Moon destroza la batería, enloquece al público y a los propios Who. Keith Moon pasa a ser el nuevo batería de la banda, para lo bueno y para lo malo, pues a sus innegables cualidades como batería habría que añadirle su pasión por el alcohol, sus extravagancias, bromas pesadas, salidas de tono... y muerte. También existe una versión más tenue sobre cómo el batería consigue el puesto, pero resulta demasiado obvia para un tipo que camina por el disparate desde sus años de infancia.
Keith Moon sonríe a todo Wenbley, Londres, en 1947. Desde la escuela, Keith fue un gamberro notable, un chaval capaz de arrojar un cubo de alcohol en la perola de la sopa del comedor del colegio, capaz de disfrazarse de Hitler y parodiarle, dispuesto a reírse de los judíos sin ser antisemita... Todas sus acciones pasan a formar parte del sentido lúdico de la vida, carácter que le conduce a ser el personaje más atractivo y sugerente de The Who, el líder de la banda a pesar de la explosiva forma de tocar la guitarra de Townshend y la personalidad de Daltrey.
Insurrección
El escritor Alain Dister comenta: «En 1964 una nueva clase media con una limitada, pero considerable capacidad de consumo y surgida del boom de nacimientos de postguerra, logró que las calles de Londres se llenaran de miles de jóvenes que en tan solo unos cuantos meses y gracias en particular a los Beatles, se dieron cuenta de la existencia de una cultura nueva creada por y para ellos. El mundo adulto envejece de golpe, y se hace insoportable. Los jóvenes prefieren abandonar los estudios y encontrar cuanto antes un trabajo que satisfaga su delirio de consumo inmediato, y dentro de ese fenómeno, el ejemplo más claro sería el de los mods».
Los mods son chicos de clase media baja, la mayoría sin demasiadas expectativas de futuro, pero convencidos de que pueden proyectar una nueva actitud ante la vida. El mod rechaza el sistema de valores tradicional, propone una ruptura estética (adiós a los rockers y sus reiterativos vaqueros) y social. Sus diversas frustraciones tornan en violencia, pero también, paradójicamente, en una forma de vestir elegante, con gusto. Los rockers representan el pasado, el inmovilismo, el rechazo a los nuevos acordes. Los mod pasan de las glorias tipo Chuck Berry, Jerry Lee Lewis o Gene Vincent, prefieren el ritmo y blues escuchado a máximo volumen y atravesado por un buen puñado de pastillas de ácido.
Pete Meaden, mánager de los Who, resulta ser un personaje astuto y visionario. Entiende que el camino para sus pupilos es acercarse al creciente movimiento mod, por lo que propone que el cuarteto se vista y frecuente el entorno de los «mod-ernos». The Who escuchan a los rockers y los Stones, pero también a The Animal, The Small Faces, Them... por lo que no ven problema alguno en renegar de los rockers y apostar por la renovación. Meaden les viste de forma elegante e influye en el cambio de repertorio, mezclando el ritmo y blues con el pop de Beach Boys o The Shadows, además de las composiciones que van naciendo de la mente de Townshend.
En realidad, durante un pequeño periodo de tiempo, The Who actúan como The High Numbers, por decisión de Meaden, donde Pete ya estrella su guitarra contra el suelo y los amplificadores y Keith patea su batería hasta dejarla en aros.
La música es ya un negocio y existen un buen número de inversores dispuestos a jugarse la pasta por un nuevo grupo. Bajo estas circunstancias, Meaden es apartado del grupo, aunque no sin numerosas discusiones de despacho, acusaciones mutuas y traiciones, y Kit Lambert se hace con el poder. A Kit no le gusta el nombre, The High Numbers, prefiere The Who, como ya se llamaron ocasionalmente. EMI les rechaza, pero Decca dice sí. A finales del 64 «I can't explain» está en la calle y funciona medianamente bien. Con todo, las rencillas entre los miembros de la banda no cesan, en especial entre Roger Daltrey y Pete Townshend, tanto por culpa de las composiciones (ambos querían componer) como por la dirección musical. De hecho, Daltrey no fue partidario de que se grabara el tema «My generation», brutal composición de Pete. Kit Lambert les advierte: «Chicos, el potencial de este grupo se basa en lo que podéis hacer los cuatro juntos, no dos y dos ni tres con uno. Tenéis que sentir las canciones como si fuesen del grupo Who, aunque las escriba Pete, Roger o quien sea. Si no tenéis claro eso, y no sois capaces de transmitir esa pasión a la gente, a vuestros fans, os podéis olvidar de la música e ir pensando en volver a la fábrica». El sermón les pone las pilas, pero no cambian mucho las cosas, pues Pete y Roger siguen discutiendo de continuo en el local de ensayo.
Con todo, cuarenta años después de los primeros disturbios, The Who continúa adelante, pero sin John Entwistle, fallecido en 2002 de un ataque al corazón relacionado con el abuso de drogas, ni de Keith Moon, muerto en 1978 por abuso de pastillas.
En la actualidad la discografía de The Who ha sido reeditada casi en su totalidad. Se puede encontrar tanto a precio económico como en ediciones especiales. Y para verles en directo nada mejor que atrapar la inmediatez y el fuego del doble DVD «The Who. Maximun R&B Live» reeditado este mismo año con mucho material inédito.