Algunos interrogantes y reflexiones sobre el proceso del Foro Social Mundial
OLIVIER BONFOND
CADTM (Traducido por Marina Almeida)
En unas semanas, el lema «Otro mundo es posible» soplará sus diez velitas. Sin embargo, no es tiempo para festejos: este movimiento se ve en la obligación de plantearse las preguntas apropiadas para dar con las respuestas adecuadas a la crisis capitalista actual, que nos aparta todavía un poco más de esa sociedad tan anhelada, en la que se garantizaría la justicia social y se respetaría a la naturaleza.
No basta con desenmascarar al mito para desarticularlo
Aunque no haya motivo alguno para festejar, la actual crisis capitalista, y sobre todo su conducción, hicieron que se cayeran las máscaras. Los gobiernos mostraron su verdadero rostro: las arcas están vacías cuando los movimientos sociales piden que se respeten sus derechos, y sin embargo, cuando los que están en apuros son los que poseen los capitales, claro que se pueden hallar en pocas semanas —y se les pueden otorgar— varias centenas de miles de millones de dólares. Un creciente número de ciudadanos está tomando conciencia de que hay algo que no funciona bien y de que habría que obrar de “otra manera”. Por ejemplo, según una encuesta del Instituto Globscan realizada en 20 países, el porcentaje de personas que piensan que el sistema capitalista sigue siendo el mejor sistema posible pasó del 63% al 36% en 2009 1. Por otro lado, el movimiento altermundista que se desarrolló entre los años 1990 y 2000 originó muchas expectativas. Entre otras cosas hizo que se pusiera en tela de juicio el neoliberalismo a nivel mundial y que se reivindicara la necesidad y la posibilidad de una alternativa global («Otro mundo es posible»). Además, las diferentes luchas sociales que se llevan a cabo en diferentes regiones, especialmente, pero no sólo, en América latina, nos muestran que «triunfar» es posible y que la palabra «alternativa» no es una palabra vana.
No obstante, hay que ser realista. Esta tendencia favorable es bastante insuficiente. Después de una breve «pausa», en lo que atañe a las palabras más que a los actos, la ofensiva neoliberal resurgió con mayor intensidad. En Copenhague a mediados de diciembre de 2009, a pesar de una importante movilización alrededor de la cuestión climática, los gobernantes nos recordaron, una vez más, que no es la calle la que gobierna. Después de haber organizado «el atraco del siglo» a la vista y conocimiento de todo el mundo, sin que a pesar de ello se produjeran revueltas populares que hubieran sido más que legítimas, está muy claro que a las potencias financieras e industriales no se les ocurrirá detener su tan prometedora trayectoria… Hambruna, exclusión, escasez, desigualdades, destrucción del planeta, derroche, trastorno climático, todos esos «escándalos» seguirán propagándose por el globo terráqueo por la falta de voluntad política. Por consiguiente, la humanidad sigue avanzando por el camino de la barbarie.
¿Qué lugar ocupa el movimiento altermundista y la evolución del Foro social mundial (FSM) en esta dialéctica? ¿Podrá el FSM seguir desempeñando un papel positivo, e incluso determinante, en la construcción de un mundo de justicia social y respetuoso de la naturaleza? ¿Qué lugar ocupan los movimientos sociales en esta lucha? Con miras a alimentar el debate, he aquí algunos interrogantes y reflexiones.
¿Cómo ampliar el desarrollo del FSM?
En gran parte gracias al FSM numerosas organizaciones pudieron reunirse, aprender a conocerse y trabajar en equipo. La creación y la consolidación de diferentes redes internacionales, como también la coordinación entre ellas, ha progresado notablemente durante estos últimos años y éste es sin duda uno de los aspectos más positivos. Sin embargo, todavía se está lejos de alcanzar la organización y la solidaridad equivalentes a las que existen entre los poderosos de este mundo. Muchas de las importantísimas luchas que se llevan a cabo en el planeta no se identifican con el FSM y/o no forman parte de él. Por ejemplo en México, los zapatistas, que algunos consideran como los precursores del movimiento altermundista, no son parte de dicho movimiento. En consecuencia, nos queda todavía un largo camino por recorrer a fin de no sólo integrar aún más movimientos en el proceso del FSM sino, además y sobre todo, procurar que esta integración e implicación produzcan un impacto real en la dinámica de los movimientos sociales y sus luchas.
En 2010, con unos treinta eventos internacionales vinculados al FSM, una de las prioridades debería ser la de procurar que una mayoría de movimientos sociales se conviertan en actores del proceso del FSM, integrándolo y haciéndolo suyo. A partir de este enfoque, el Consejo internacional del FSM propuso un tema común a todas las actividades que se realizarán en 2010: «las reacciones de los movimientos sociales ante la crisis». Esta estrategia apunta a recoger experiencias y proposiciones con el fin de centralizarlas y coordinarlas en el próximo FSM que tendrá lugar en 2011, en Dakar, Senegal, con la esperanza de que esta edición del evento constituya un nuevo punto de partida para el movimiento y sus acciones. Se verá si esto es posible…
¿Cómo hacer para que el proceso del Foro sea más atractivo?
Al contrario de lo que machaca el discurso dominante, el FSM sigue siendo un proceso interesante y posee aspectos positivos indiscutibles. Sin embargo, so pena de perder legitimidad y estancarse en una repetición de encuentros, agradables aunque estériles, el FSM tendrá que resolver una serie de importantes insuficiencias y contradicciones. En primer lugar, sigue siendo fundamental popularizar las alternativas y hacer que se conozcan. El lema «Otro mundo es posible» cumple ya diez años y sin embargo en la actualidad, la mayoría de la población mundial sigue todavía impregnada de una lógica de fatalidad y miedo. Y esto por múltiples razones, muchas de las cuales son externas a la evolución del FSM, sin embargo, sea lo que fuere, todavía no se ha logrado el objetivo de demostrar que no es ni irrealista ni utópico anhelar la construcción de un mundo mejor. De modo que hay que continuar con la labor de sensibilización y los esfuerzos para que estos foros sean verdaderamente populares y estén vinculados a las preocupaciones y las luchas reales de los trabajadores y trabajadoras. En segundo lugar, definitivamente, hay que incrementar la coherencia de los acontecimientos promovidos por el FSM como tales. Los graves errores cometidos en el FSM de Nairobi 2 causaron un impacto muy negativo en un buen número de ciudadanos y organizaciones, haciéndoles perder confianza en el movimiento altermundista. Por supuesto, en cada foro social siempre se constatarán errores, insuficiencias y contradicciones, pero lo importante es aprender de los errores del pasado y hacer todo lo posible para neutralizarlos al máximo, a fin que el FSM sea un ejemplo de coherencia, una fuente de inspiración, un espacio en el que se vislumbre y se experimente la alternativa. A propósito, es obvio que los ciudadanos, las ONG y los movimientos sociales que se identifican con el cambio, deberían incluir la alternativa en sus análisis, pero además deberían integrarla en sus experiencias y sus actos. Es evidente que Belém constituyó un salto cualitativo con relación a Nairobi y los preparativos del FSM de 2011 en Dakar parecen ir por buen camino, pero como no hay nada de lo que se pueda estar por siempre seguro, de lo que se trata es de no bajar la guardia, sin albergar desconfianza. Muchos estiman que un fracaso en 2011 sería fatal para los movimientos sociales africanos y para el movimiento en sí. Y quizás estén en lo cierto… Finalmente, habría que procurar que el FSM se oriente mucho más hacia la acción. El debate, el análisis y la elaboración de alternativas constituyen etapas necesarias, sin embargo éstas deberían desembocar en acciones concretas. El FSM debería ser capaz de hacer frente a esta crítica y concentrarse más en la construcción de la alternativa que en ser su «vitrina». Recordemos aquí que lo que los poderosos temen ante todo no es tanto el combatir esas ideas que «flotan en el aire» sino las acciones organizadas y los intentos de puesta en práctica de dichas ideas.
¿Cómo hacer para que el proceso de evolución del FSM siga radicalizándose?
A partir de la crisis que estalló en 2008 y especialmente después del último FSM de Belém, en enero de 2009, quedó muy claro que el proceso se está radicalizando. Actualmente, algunas opiniones, minoritarias e incluso refutadas aún hace algunos meses, tienen cada vez más aceptación, como por ejemplo, el hecho de que el FSM deba ser, ante todo, un espacio útil para los movimientos sociales y facilitar la acción. Esto tiene implicaciones concretas, sobre todo en el marco del Consejo internacional, el cual decidió emprender una profunda reflexión a propósito de la índole y los objetivos del FSM3. Por otro lado, por primera vez desde los comienzos del Forum social mundial, varios movimientos sociales opinaron de manera rotunda sobre el tema del capitalismo. Diversas declaraciones constituyen una clara prueba de ello, por ejemplo, la de la Asamblea de los movimientos sociales (AMS) en el FSM de Belém: «Para enfrentar la crisis es necesario ir a la raíz del problema y avanzar lo más rápidamente posible hacia la construcción de una alternativa radical que acabe con el sistema capitalista y el sistema patriarcal»4. Esta radicalización es muy positiva, sobre todo para la AMS, cuya evolución estuvo vinculada a la del Foro social mundial y cuya característica es la de ser un espacio abierto para el establecimiento de agendas comunes, además de perseguir el objetivo de una lucha compartida contra el capitalismo en su fase neoliberal, imperialista y militar (de guerra global y permanente) y contra el racismo y el patriarcado. Si para la AMS, las alternativas de justicia social y respeto de la naturaleza sólo podrán implementarse en el marco de una ruptura con el sistema capitalista, esto no tiene por qué impedir una colaboración fructífera con las ONG, las cuales se sitúan dentro de otra perspectiva al facilitar el diálogo con las instituciones financieras internacionales o al preconizar un capitalismo humanista. La falta de consenso a propósito de la alternativa que se ha de construir no es necesariamente un signo de obstrucción. De hecho, es posible colaborar de forma amplia y unitaria en el caso de reivindicaciones puntuales como el impuesto Tobin o incluso, la regulación del sistema financiero mundial. Sin embargo, no hay que bajar la guardia ya que nunca se está demasiado lejos de «la dialéctica de la conquista parcial». La Historia nos ha enseñado, en numerosas ocasiones, que la capacidad de adaptación y recuperación del sistema capitalista es inmensa. En este contexto, lo importante es que estas reivindicaciones parciales se inscriban en una perspectiva de transformación radical de la sociedad y no en una óptica de mejoramiento del sistema actual, el cual ya dio pruebas suficientes de su naturaleza destructiva de lo humano y de lo ecológico. Para el CADTM como para otros movimientos sociales, dicha posición también es signo de coherencia.
Nadie puede adivinar el futuro, así como tampoco nadie puede predecir el destino de la humanidad. Sin embargo, hay dos cosas de las que podemos estar seguros. Por un lado, la ampliación, la coherencia y el nivel de radicalización en la evolución del FSM determinarán en gran parte la función que éste habrá de desempeñar. Por otro lado, FSM o no, los movimientos sociales, los oprimidos, los explotados, los excluidos, seguirán luchando por sus derechos y su dignidad. Lo que verdaderamente importa es hacer que esas luchas triunfen. Y en el mejor de los casos el FSM podrá constituirse en una herramienta al servicio de las mismas.
No basta con desenmascarar al mito para desarticularlo
Aunque no haya motivo alguno para festejar, la actual crisis capitalista, y sobre todo su conducción, hicieron que se cayeran las máscaras. Los gobiernos mostraron su verdadero rostro: las arcas están vacías cuando los movimientos sociales piden que se respeten sus derechos, y sin embargo, cuando los que están en apuros son los que poseen los capitales, claro que se pueden hallar en pocas semanas —y se les pueden otorgar— varias centenas de miles de millones de dólares. Un creciente número de ciudadanos está tomando conciencia de que hay algo que no funciona bien y de que habría que obrar de “otra manera”. Por ejemplo, según una encuesta del Instituto Globscan realizada en 20 países, el porcentaje de personas que piensan que el sistema capitalista sigue siendo el mejor sistema posible pasó del 63% al 36% en 2009 1. Por otro lado, el movimiento altermundista que se desarrolló entre los años 1990 y 2000 originó muchas expectativas. Entre otras cosas hizo que se pusiera en tela de juicio el neoliberalismo a nivel mundial y que se reivindicara la necesidad y la posibilidad de una alternativa global («Otro mundo es posible»). Además, las diferentes luchas sociales que se llevan a cabo en diferentes regiones, especialmente, pero no sólo, en América latina, nos muestran que «triunfar» es posible y que la palabra «alternativa» no es una palabra vana.
No obstante, hay que ser realista. Esta tendencia favorable es bastante insuficiente. Después de una breve «pausa», en lo que atañe a las palabras más que a los actos, la ofensiva neoliberal resurgió con mayor intensidad. En Copenhague a mediados de diciembre de 2009, a pesar de una importante movilización alrededor de la cuestión climática, los gobernantes nos recordaron, una vez más, que no es la calle la que gobierna. Después de haber organizado «el atraco del siglo» a la vista y conocimiento de todo el mundo, sin que a pesar de ello se produjeran revueltas populares que hubieran sido más que legítimas, está muy claro que a las potencias financieras e industriales no se les ocurrirá detener su tan prometedora trayectoria… Hambruna, exclusión, escasez, desigualdades, destrucción del planeta, derroche, trastorno climático, todos esos «escándalos» seguirán propagándose por el globo terráqueo por la falta de voluntad política. Por consiguiente, la humanidad sigue avanzando por el camino de la barbarie.
¿Qué lugar ocupa el movimiento altermundista y la evolución del Foro social mundial (FSM) en esta dialéctica? ¿Podrá el FSM seguir desempeñando un papel positivo, e incluso determinante, en la construcción de un mundo de justicia social y respetuoso de la naturaleza? ¿Qué lugar ocupan los movimientos sociales en esta lucha? Con miras a alimentar el debate, he aquí algunos interrogantes y reflexiones.
¿Cómo ampliar el desarrollo del FSM?
En gran parte gracias al FSM numerosas organizaciones pudieron reunirse, aprender a conocerse y trabajar en equipo. La creación y la consolidación de diferentes redes internacionales, como también la coordinación entre ellas, ha progresado notablemente durante estos últimos años y éste es sin duda uno de los aspectos más positivos. Sin embargo, todavía se está lejos de alcanzar la organización y la solidaridad equivalentes a las que existen entre los poderosos de este mundo. Muchas de las importantísimas luchas que se llevan a cabo en el planeta no se identifican con el FSM y/o no forman parte de él. Por ejemplo en México, los zapatistas, que algunos consideran como los precursores del movimiento altermundista, no son parte de dicho movimiento. En consecuencia, nos queda todavía un largo camino por recorrer a fin de no sólo integrar aún más movimientos en el proceso del FSM sino, además y sobre todo, procurar que esta integración e implicación produzcan un impacto real en la dinámica de los movimientos sociales y sus luchas.
En 2010, con unos treinta eventos internacionales vinculados al FSM, una de las prioridades debería ser la de procurar que una mayoría de movimientos sociales se conviertan en actores del proceso del FSM, integrándolo y haciéndolo suyo. A partir de este enfoque, el Consejo internacional del FSM propuso un tema común a todas las actividades que se realizarán en 2010: «las reacciones de los movimientos sociales ante la crisis». Esta estrategia apunta a recoger experiencias y proposiciones con el fin de centralizarlas y coordinarlas en el próximo FSM que tendrá lugar en 2011, en Dakar, Senegal, con la esperanza de que esta edición del evento constituya un nuevo punto de partida para el movimiento y sus acciones. Se verá si esto es posible…
¿Cómo hacer para que el proceso del Foro sea más atractivo?
Al contrario de lo que machaca el discurso dominante, el FSM sigue siendo un proceso interesante y posee aspectos positivos indiscutibles. Sin embargo, so pena de perder legitimidad y estancarse en una repetición de encuentros, agradables aunque estériles, el FSM tendrá que resolver una serie de importantes insuficiencias y contradicciones. En primer lugar, sigue siendo fundamental popularizar las alternativas y hacer que se conozcan. El lema «Otro mundo es posible» cumple ya diez años y sin embargo en la actualidad, la mayoría de la población mundial sigue todavía impregnada de una lógica de fatalidad y miedo. Y esto por múltiples razones, muchas de las cuales son externas a la evolución del FSM, sin embargo, sea lo que fuere, todavía no se ha logrado el objetivo de demostrar que no es ni irrealista ni utópico anhelar la construcción de un mundo mejor. De modo que hay que continuar con la labor de sensibilización y los esfuerzos para que estos foros sean verdaderamente populares y estén vinculados a las preocupaciones y las luchas reales de los trabajadores y trabajadoras. En segundo lugar, definitivamente, hay que incrementar la coherencia de los acontecimientos promovidos por el FSM como tales. Los graves errores cometidos en el FSM de Nairobi 2 causaron un impacto muy negativo en un buen número de ciudadanos y organizaciones, haciéndoles perder confianza en el movimiento altermundista. Por supuesto, en cada foro social siempre se constatarán errores, insuficiencias y contradicciones, pero lo importante es aprender de los errores del pasado y hacer todo lo posible para neutralizarlos al máximo, a fin que el FSM sea un ejemplo de coherencia, una fuente de inspiración, un espacio en el que se vislumbre y se experimente la alternativa. A propósito, es obvio que los ciudadanos, las ONG y los movimientos sociales que se identifican con el cambio, deberían incluir la alternativa en sus análisis, pero además deberían integrarla en sus experiencias y sus actos. Es evidente que Belém constituyó un salto cualitativo con relación a Nairobi y los preparativos del FSM de 2011 en Dakar parecen ir por buen camino, pero como no hay nada de lo que se pueda estar por siempre seguro, de lo que se trata es de no bajar la guardia, sin albergar desconfianza. Muchos estiman que un fracaso en 2011 sería fatal para los movimientos sociales africanos y para el movimiento en sí. Y quizás estén en lo cierto… Finalmente, habría que procurar que el FSM se oriente mucho más hacia la acción. El debate, el análisis y la elaboración de alternativas constituyen etapas necesarias, sin embargo éstas deberían desembocar en acciones concretas. El FSM debería ser capaz de hacer frente a esta crítica y concentrarse más en la construcción de la alternativa que en ser su «vitrina». Recordemos aquí que lo que los poderosos temen ante todo no es tanto el combatir esas ideas que «flotan en el aire» sino las acciones organizadas y los intentos de puesta en práctica de dichas ideas.
¿Cómo hacer para que el proceso de evolución del FSM siga radicalizándose?
A partir de la crisis que estalló en 2008 y especialmente después del último FSM de Belém, en enero de 2009, quedó muy claro que el proceso se está radicalizando. Actualmente, algunas opiniones, minoritarias e incluso refutadas aún hace algunos meses, tienen cada vez más aceptación, como por ejemplo, el hecho de que el FSM deba ser, ante todo, un espacio útil para los movimientos sociales y facilitar la acción. Esto tiene implicaciones concretas, sobre todo en el marco del Consejo internacional, el cual decidió emprender una profunda reflexión a propósito de la índole y los objetivos del FSM3. Por otro lado, por primera vez desde los comienzos del Forum social mundial, varios movimientos sociales opinaron de manera rotunda sobre el tema del capitalismo. Diversas declaraciones constituyen una clara prueba de ello, por ejemplo, la de la Asamblea de los movimientos sociales (AMS) en el FSM de Belém: «Para enfrentar la crisis es necesario ir a la raíz del problema y avanzar lo más rápidamente posible hacia la construcción de una alternativa radical que acabe con el sistema capitalista y el sistema patriarcal»4. Esta radicalización es muy positiva, sobre todo para la AMS, cuya evolución estuvo vinculada a la del Foro social mundial y cuya característica es la de ser un espacio abierto para el establecimiento de agendas comunes, además de perseguir el objetivo de una lucha compartida contra el capitalismo en su fase neoliberal, imperialista y militar (de guerra global y permanente) y contra el racismo y el patriarcado. Si para la AMS, las alternativas de justicia social y respeto de la naturaleza sólo podrán implementarse en el marco de una ruptura con el sistema capitalista, esto no tiene por qué impedir una colaboración fructífera con las ONG, las cuales se sitúan dentro de otra perspectiva al facilitar el diálogo con las instituciones financieras internacionales o al preconizar un capitalismo humanista. La falta de consenso a propósito de la alternativa que se ha de construir no es necesariamente un signo de obstrucción. De hecho, es posible colaborar de forma amplia y unitaria en el caso de reivindicaciones puntuales como el impuesto Tobin o incluso, la regulación del sistema financiero mundial. Sin embargo, no hay que bajar la guardia ya que nunca se está demasiado lejos de «la dialéctica de la conquista parcial». La Historia nos ha enseñado, en numerosas ocasiones, que la capacidad de adaptación y recuperación del sistema capitalista es inmensa. En este contexto, lo importante es que estas reivindicaciones parciales se inscriban en una perspectiva de transformación radical de la sociedad y no en una óptica de mejoramiento del sistema actual, el cual ya dio pruebas suficientes de su naturaleza destructiva de lo humano y de lo ecológico. Para el CADTM como para otros movimientos sociales, dicha posición también es signo de coherencia.
Nadie puede adivinar el futuro, así como tampoco nadie puede predecir el destino de la humanidad. Sin embargo, hay dos cosas de las que podemos estar seguros. Por un lado, la ampliación, la coherencia y el nivel de radicalización en la evolución del FSM determinarán en gran parte la función que éste habrá de desempeñar. Por otro lado, FSM o no, los movimientos sociales, los oprimidos, los explotados, los excluidos, seguirán luchando por sus derechos y su dignidad. Lo que verdaderamente importa es hacer que esas luchas triunfen. Y en el mejor de los casos el FSM podrá constituirse en una herramienta al servicio de las mismas.