Al dar una hipótesis científica al origen de la humanidad, el autor de la teoría de la evolución se alejó de explicaciones religiosas. En Estados Unidos esta teoría todavía es resistida. Y en nuestro país, no se la enseña en todas las escuelas. Mañana es el aniversario
JUAN MANUEL BORDÓN
Revista Ñ
La teoría sobre la evolución de las especies impuso un salto de paradigma en el campo de la biología, pero también modeló un nuevo tipo de pensamiento religioso y político cuyas huellas persisten un siglo y medio después. A punto de que se cumplan doscientos años del nacimiento de su principal idéologo y a ciento cincuenta de la publicación de su libro El origen de las especies, el legado de Charles Darwin es evocado alrededor del mundo y todavía despierta polémicas. Incluso, hay varios indicios sobre cómo (a veces por omisión) la teoría ha quedado relegada en la escuelas de la Argentina pese a estar presente en los programas oficiales.
"El debate entre evolucionistas y creacionistas (los que sostienen que el hombre fue creado por Dios) es un debate europeo, y sobre todo de Estados Unidos, donde llegó a los tribunales. En la Argentina no se discute, pero la teoría es censurada. Hay colegios confesionales, e incluso provincias enteras –Salta, Jujuy, Corrientes– donde no se enseña pese a estar en el currículum", asegura Héctor Palma, docente de la Universidad de San Martín, donde celebrarán un congreso sobre las derivaciones sociales de las teorías de Darwin durante el mes de octubre.
Para Melina Furman, directora académica del posgrado de Enseñanza de las ciencias de FLACSO y coordinadora del programa Ciencia y tecnología con creatividad, el tema pasa fundamentalmente por la formación docente. "Acá no hay tanta controversia religiosa como en Estados Unidos pero la evolución se enseña poco porque algunos docentes no están preparados en el tema, se sienten inseguros y muchas veces lo dejan para el final de año. Una de las dificultades es que el pensamiento evolutivo es antiintuitivo. Si no estamos escolarizados somos adaptacionistas: echo Raid a las cucarachas y pienso que algunas no se mueren porque se adaptaron, pero eso es lo contrario a la evolución, que dice que las características ya están presentes y es el ambiente el que las selecciona".
Desde el Ministerio de Educación de la Nación recuerdan que en la currícula de noveno año queda estipulada la enseñanza de las teorías evolucionistas dentro de la materia de Ciencias Sociales. Sin embargo, aclaran que la responsabilidad de que se impartan o no "es de las jurisdicciones". Cecilia Barone, del periódico del Consejo Superior de Educación Católica, asegura que en los colegios católicos "normalmente se da", aunque cómo lo da cada profesor y escuela es otro tema. "En general se dan también otras teorías como las del proceso de creación a partir de Dios y el plan divino: en biología se da a Darwin y los otros, en clase de catequesis. Aunque a veces la profesora de biología explica que hay más de una teoría, la de Darwin se da". Viviana Dorfman, de Bamah (La casa del educador judío), plantea una situación parecida. "Las escuelas judías presentan por la mañana la currícula oficial y por las tardes las materias judaicas. Pero dentro de las escuelas hay distintas modalidades que tienen que ver con que la población sea más o menos religiosa, y ahí seguramente tenés diferencias en torno de la teoría de la evolución".
Darwin recogió los primeros indicios para lo que sería su teoría cuando era muy joven. A los 22 años, se embarcó en el HMS Beagle. Fueron cinco años de viaje alrededor del mundo en los que observó el comportamiento de especies vivas y estudió restos paleontológicos. Pese a que entre los diarios y apuntes que escribió durante ese viaje ya estaban las bases teóricas de su libro El origen de las especies (1859), no dio a conocer sus hallazgos hasta veinte años después de su regreso. Como lo esperaba el propio Darwin, la idea de que el hombre (igual que el resto de las especies) era el producto de un largo proceso de evolución y adaptación biológica que se remontaba a los primeros microorganismos despertó fuertes polémicas. La más famosa de ellas fue en la Universidad de Oxford, en 1860, donde partidarios y detractores de la teoría se enfrentaron en una debate en el que los argumentos científicos se cruzaron con los teológicos o el agravio a secas.
Cuando Darwin murió, en 1882, sus ideas parecían haberse impuesto en el campo científico. Fue despedido con un funeral de Estado y sus restos se enterraron el la Abadía de Westminster junto a científicos como Isaac Newton o Michael Faraday. Con el tiempo, incluso instituciones como la Iglesia Católica (que conmemorará el aniversario de El origen de las especies con una serie de conferencias sobre temas como el creacionismo durante el mes de marzo) han buscado acercar posiciones: en una encíclica de 1950, aseguraba que entre su doctrina y el evolucionismo no había oposición, ya que ambas buscaban "el origen del cuerpo humano en una materia preexistente". Sin embargo, muchos de los cuestionamientos que se le hicieron en vida a Darwin siguen vigentes de la mano de grupos religiosos ortodoxos.
En Estados Unidos muchos grupos antievolucionistas abogan porque las escuelas públicas enseñen la teoría de la evolución junto a los relatos bíblicos. El Consejo de Educación de Kansas autorizó la enseñanza del creacionismo en 2005. Incluso la última candidata republicana a la vicepresidencia, Sarah Palin, estaba a favor de esa postura.
"El debate entre evolucionistas y creacionistas (los que sostienen que el hombre fue creado por Dios) es un debate europeo, y sobre todo de Estados Unidos, donde llegó a los tribunales. En la Argentina no se discute, pero la teoría es censurada. Hay colegios confesionales, e incluso provincias enteras –Salta, Jujuy, Corrientes– donde no se enseña pese a estar en el currículum", asegura Héctor Palma, docente de la Universidad de San Martín, donde celebrarán un congreso sobre las derivaciones sociales de las teorías de Darwin durante el mes de octubre.
Para Melina Furman, directora académica del posgrado de Enseñanza de las ciencias de FLACSO y coordinadora del programa Ciencia y tecnología con creatividad, el tema pasa fundamentalmente por la formación docente. "Acá no hay tanta controversia religiosa como en Estados Unidos pero la evolución se enseña poco porque algunos docentes no están preparados en el tema, se sienten inseguros y muchas veces lo dejan para el final de año. Una de las dificultades es que el pensamiento evolutivo es antiintuitivo. Si no estamos escolarizados somos adaptacionistas: echo Raid a las cucarachas y pienso que algunas no se mueren porque se adaptaron, pero eso es lo contrario a la evolución, que dice que las características ya están presentes y es el ambiente el que las selecciona".
Desde el Ministerio de Educación de la Nación recuerdan que en la currícula de noveno año queda estipulada la enseñanza de las teorías evolucionistas dentro de la materia de Ciencias Sociales. Sin embargo, aclaran que la responsabilidad de que se impartan o no "es de las jurisdicciones". Cecilia Barone, del periódico del Consejo Superior de Educación Católica, asegura que en los colegios católicos "normalmente se da", aunque cómo lo da cada profesor y escuela es otro tema. "En general se dan también otras teorías como las del proceso de creación a partir de Dios y el plan divino: en biología se da a Darwin y los otros, en clase de catequesis. Aunque a veces la profesora de biología explica que hay más de una teoría, la de Darwin se da". Viviana Dorfman, de Bamah (La casa del educador judío), plantea una situación parecida. "Las escuelas judías presentan por la mañana la currícula oficial y por las tardes las materias judaicas. Pero dentro de las escuelas hay distintas modalidades que tienen que ver con que la población sea más o menos religiosa, y ahí seguramente tenés diferencias en torno de la teoría de la evolución".
Darwin recogió los primeros indicios para lo que sería su teoría cuando era muy joven. A los 22 años, se embarcó en el HMS Beagle. Fueron cinco años de viaje alrededor del mundo en los que observó el comportamiento de especies vivas y estudió restos paleontológicos. Pese a que entre los diarios y apuntes que escribió durante ese viaje ya estaban las bases teóricas de su libro El origen de las especies (1859), no dio a conocer sus hallazgos hasta veinte años después de su regreso. Como lo esperaba el propio Darwin, la idea de que el hombre (igual que el resto de las especies) era el producto de un largo proceso de evolución y adaptación biológica que se remontaba a los primeros microorganismos despertó fuertes polémicas. La más famosa de ellas fue en la Universidad de Oxford, en 1860, donde partidarios y detractores de la teoría se enfrentaron en una debate en el que los argumentos científicos se cruzaron con los teológicos o el agravio a secas.
Cuando Darwin murió, en 1882, sus ideas parecían haberse impuesto en el campo científico. Fue despedido con un funeral de Estado y sus restos se enterraron el la Abadía de Westminster junto a científicos como Isaac Newton o Michael Faraday. Con el tiempo, incluso instituciones como la Iglesia Católica (que conmemorará el aniversario de El origen de las especies con una serie de conferencias sobre temas como el creacionismo durante el mes de marzo) han buscado acercar posiciones: en una encíclica de 1950, aseguraba que entre su doctrina y el evolucionismo no había oposición, ya que ambas buscaban "el origen del cuerpo humano en una materia preexistente". Sin embargo, muchos de los cuestionamientos que se le hicieron en vida a Darwin siguen vigentes de la mano de grupos religiosos ortodoxos.
En Estados Unidos muchos grupos antievolucionistas abogan porque las escuelas públicas enseñen la teoría de la evolución junto a los relatos bíblicos. El Consejo de Educación de Kansas autorizó la enseñanza del creacionismo en 2005. Incluso la última candidata republicana a la vicepresidencia, Sarah Palin, estaba a favor de esa postura.