AIDA M. PEREDA
Lumpen
La retrospectiva de Zoe Leonard, a punto de ser retirada del Museo Reina Sofía, es buen ejemplo de las nuevas formas fotográficas que inundan las galerías contemporáneas. La exhibición de material de este calibre demuestra la aceptación de crítica y público de que es posible construir un discurso artístico a partir de un mensaje político, relegando la función estética y potenciando un enfoque documental.
Para valorar la obra de esta artista neoyorquina (Liberty, 1961) hace falta comprender su discurso, construido sobre los abismos de la globalización y la desigualdad de las relaciones mercantiles. Leonard no duda a la hora de afirmar que comparte el ideal de la fotógrafa francesa Gisèle Freund sobre la función que debe desempeñar una imagen: "la importancia de la fotografía no radica principalmente en su potencial como medio de expresión artística, sino en su capacidad para modelar nuestras ideas, influir en nuestra conducta y definir nuestra sociedad".
Su obra de mayor involucración personal es, quizá, ‘Analogue’, compuesta por 400 fotografías tomadas entre 1998 y 2007. En esta pieza destaca la instrumentalización política de las imágenes, clasificadas por temáticas con el escrutinio de un coleccionista. Grandes paneles agrupan series de instantáneas de escaparates, mercadillos, carteles y establecimientos, que aunque a simple vista puedan parecer un álbum obsesivo, un análisis pausado revela una crítica velada contra la desaparición del pequeño comercio y defiende sus formas de supervivencia, desde grandes descuentos hasta sus espontáneas vallas publicitarias.
La idea de ‘Analogue’ surgió a finales de los noventa, cuando Leonard se percató de la velocidad a la que iba transformándose Lower East Side, el barrio donde tenía su estudio. Poco a poco, el proyecto se le fue de las manos y terminó estudiando la evolución de los comercios locales de la ciudad de Nueva York. Negocios minoristas, como las sastrerías y tiendas de telas del antiguo distrito obrero, fueron cerrando a causa de la irrupción de grandes almacenes, como J. Crew, Old Navy o The Gap.
Leonard también se muestra interesada por el mercado de segunda mano. Por ello, fotografía almacenes de reciclaje textil, repletos de gigantescos fardos de prendas usadas preparadas para su envío a mercados en África, Asia y otros lugares. Y su estudio sobre los cambios de los mercados globales y la distribución en el Tercer Mundo finaliza con fotografías de puestos de venta ambulante en Uganda que demuestran la colonización occidental de Coca-Cola, USA, Nike o Walt Disney.