AIDA M. PEREDA
Lumpen
Con ‘Edén al oeste’, el último filme de Costa-Gavras, el cineasta griego afincado en Francia sigue el camino que ya exploró con Arcadia (2005), un drama sobre el desempleo. En esta ocasión, nos invita a reflexionar sobre otra de las realidades más dolorosas de la actualidad, la inmigración, pero la reviste de manera amable en forma de cuento, con una historia cruda aliñada con humor.
Es cierto que la última etapa de este realizador (que incluye cintas como ‘Amén’, ‘Mad City’ o ‘La caja de música’, entre otras) ha resultado más anodina, pero no debemos olvidar obras imprescindibles del cine político, no exentas de polémica, como ‘Z’, ‘Los raíles de la muerte’, ‘La confesión’, ‘Estado de sitio’ o ‘Desaparecido’. En 'Edén al oeste', ha optado por envolver su denuncia en un filme social. El propio Gavras explicaba en una entrevista su “cambio de rumbo” de este modo: “Cuando hacía películas como 'Z', estaba defendiendo banderas, denunciando injusticias, tomando partido en el contexto de un mundo donde todo parecía tomar la senda del "progreso", donde todo se hacía con "la mejor intención". Así que era importante mostrar que la "mejor intención" también contenía "la peor". Hoy, la sensación es que todo va a peor. No queríamos contribuir a esta visión dramatizándola más. Al darle un tono más ligero y mezclándola con algunos momentos de gran violencia, intentamos que el problema de la inmigración fuera menos asfixiante para acercarnos a este "hombre problemático" desde un ángulo diferente.”
Así, en ‘Edén al oeste’ Gavras mantiene su compromiso intelectual en una película que puede considerarse como su obra más personal, ya que habla de un tema que le toca de cerca, pues emigró de Atenas a París en 1956, aunque él advierte que desde entonces las cosas han cambiado mucho y que ahora se difunde interesadamente un temor infundado frente a la inmigración.
Partiendo de Elías, un sinpapeles anónimo, el director construye una crítica satírica sobre la sociedad y su manera de relacionarse con un desconocido en situación de auxilio. A lo largo del filme habrá todo tipo de comportamientos, desde personajes que no dudarán en aprovecharse de él, hasta personas que tratarán de ayudarle (a su manera o de forma interesada).
La odisea personal de Elías, no muy distinta de la contada por Homero, comienza asímismo en el mar, en este caso el Mediterráneo, a bordo de una embarcación donde se encuentra hacinado con otros camaradas que al igual que él sienten la necesidad de comenzar una nueva vida alejada de sus países. Pero pronto todas sus esperanzas se truncan.
El título, que hace referencia al nombre del gran resort al que naufraga el protagonista tras huir del barco, encierra en sí mismo una metáfora despiadada. El "Edén" o paraíso que busca Elías no se corresponderá para nada con el hotel, ya que aunque al principio parezca que pueda llegar a encajar, no tarda mucho en vislumbrarse que es imposible que sea aceptado y se convierta en uno de los suyos.
En este complejo hotelero de gran lujo, se perfilarán unos clientes de alto nivel adquisitivo que se ofrecerán a colaborar en las labores de la policía, que busca a los inmigrantes que huyeron del carguero para deportarlos. Sin embargo, el protagonista se salva de esta persecución brutal y se integra primero como un trabajador del hotel y luego como un cliente más. No correrá la misma suerte uno de sus amigos, que será capturado en la macabra caza que emprenden los clientes como si fuese una más de las actividades incluidas en sus vacaciones. A favor de Elías juegan sus rasgos occidentales y su atractivo físico, un arma de doble filo que actuará claramente en su contra en otras ocasiones.
El encuentro más crucial será con un mago francés que marcará el destino de su viaje. Él le dirá que si va a París vaya a verle. Desde ese momento, Elías verá en esta invitación su oportunidad de establecerse en Europa, y al llegar allí, tratará de cumplir ese sueño.
Riccardo Scamarcio, el responsable de encarnar a Elías, es un actor italiano de gran popularidad en su país por sus papeles en series de la televisión italiana, pero menos conocido en España (‘Mi hermano es hijo único’ o ‘Manuale d’amore 2’). En este papel, demuestra no sólo una gran expresividad, sino además un registro cómico al más puro estilo de Chaplin, a partir de gestos naturales y una mudez constante, originada en su caso por desconocimiento lingüístico. Gavras consigue inspirar compasión y ternura por un personaje del que el espectador desconoce su pasado y su origen, con el fin de dotarlo de un aire universal. De hecho, el cineasta cuenta que la lengua en la que habla Elías con su amigo no existe. Al parecer debe ser francés en orden inverso y con algunos cambios en su estructura gramatical.
‘Edén al oeste’ es en definitiva, una radiografía muy aconsejable de ver, que hace patente la sensación de persecución y el miedo de los inmigrantes a una sociedad que les humilla y abusa de ellos hasta que se dan cuenta de que deben defenderse para ser libres.