Los crímenes franquistas y la reconciliación nacional

JOAN MARTÍNEZ ALIER
Sin permiso



En un artículo en El País del 3 de marzo, reproducido en SIN PERMISO, el ex-fiscal y demócrata José M. Mena escribe: "Garzón intentó investigar los crímenes del franquismo. Había, y hay, base jurídica nacional e internacional suficiente para que esa investigación sea posible, y para que Garzón sea competente. Pero no se le ha permitido. Y, aún más, para vergüenza internacional de todos nosotros, se le cambia de investigador a investigado, de juez a acusado".

Bueno, ¿quiénes son esos "nosotros", quiénes son ustedes que sienten vergüenza internacional? A veces en Argentina o en Chile me han preguntado cómo era posible que Garzón y otros jueces españoles procesaran y llevaran a la cárcel o causaran graves incomodidades a políticos criminales o torturadores de esos países y, sin embargo, los jueces españoles no pudieran procesar después de 1975, 1985, 1995, 2005, a los autores de los crímenes del régimen franquista. Conocemos la historia de esos crímenes gracias al trabajo de muchos historiadores locales. Pero no hubo investigación judicial ni procesamientos porque hubo en la práctica el equivalente a una ley de punto final dictada el 1977. Eso es lo que muestra el caso Garzón.

En los Cuadernos de Ruedo ibérico en 1977 escribí un artículo, del cual estoy cada año más contento, con el título "Quién amnistiará a los amnistiadores?". Se amnistiaron a sí mismos. Tras la muerte de Franco y llegada la transición, el Partido Comunista continuaba presionando hacia la reconciliación nacional, con Carrillo al frente, el PSOE que apenas existía en la época se apuntó encantado, lo mismo los mayores partidos catalanes y vascos. Eso se reflejó en la composición de la comisión que redactó la Constitución, con Fraga (ex-ministro del criminal Franco) hasta Solé-Tura, del PSUC (el partido comunista catalán). Hubo famosos símbolos sociales de la reconciliación: el beso cortesano de Carrillo en la mano de la reina, el matrimonio de la Duquesa de Alba con un ex-militante de la izquierda socialista (un aviso de que la transición excluía la reforma agraria).

Con la transición se aisló a la izquierda libertaria y a la izquierda> marxista que no se acomodó en el PSOE, se quiso quebrar y finalmente se quebró el movimiento independentista vasco. Todo un éxito. La ley de amnistía fue como un chiste: los que habían matado sin sufrir ningún castigo y sin perder ni una de las antiguas pesetas de su patrimonio con la muerte de Franco, se daban el lujo de amnistiar a los que habían perdido la guerra y habían perdido la paz de los cementerios durante 35 años, y de paso se amnistiaban ellos mismos.

Los que protestamos no tuvimos audiencia en los medios. Bien natural, nosotros éramos excluidos de la transición. El partido comunista fue actor principal en esta transición excluyente, y los nuevos políticos del sistema dieron una ley de punto final que ahora se comprueba en los hechos que era realmente efectiva. Los artículos y dictámenes, las tesis doctorales que se escriban diciendo que eso no es realmente así, que hay crímenes que no prescriben, tendrán mérito, pero la realidad parece estar indicando que nadie será nunca procesado ni tan siquiera investigado judicialmente (por lo menos en España) por crímenes realizados en el franquismo. Diez años más, y la cosa ya quedará clara definitivamente.

Ahora el gobierno español, avergonzado como dice Mena, avergonzado como tal vez lo podría estar el propio Mena si era de los partidarios de la Reconciliación Nacional, ahora tras 35 años de retraso, les da medallitas a los hijos e hijas de los represaliados (como ocurrió con los militares anti-franquistas de la UMD hace pocas semanas). Espero que por lo menos a nadie de los que quedemos de la editorial Ruedo ibérico se le ocurra ir a Madrid a recoger una medallita a la libertad de expresión, tantos años de silencio después. Si ustedes sienten vergüenza, se la aguantan. Era previsible. Fue previsto, explicado y advertido.